Recuerdos del pasado, evocación del futuro

Miguel San Claudio

CORCUBIÓN

Miguel San Claudio incide en la necesidad de reivindicar el pasado marítimo y de recuperar una parte tan importante de la cultura.
Miguel San Claudio incide en la necesidad de reivindicar el pasado marítimo y de recuperar una parte tan importante de la cultura. marcos míguez< / span>

Corcubión como cuna de mi consciencia y, también, como inicio de una vocación

29 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Muy raramente recordamos sucesos anteriores a cumplir los tres años de edad. Es por esto que considero a Corcubión como mi primer paisaje vital. Mi familia, que por aquel entonces solo estaba constituida por tres miembros, se desplazó a esta villa para contribuir al desarrollo de la empresa de mi abuelo, que tenía desplazados varios equipos por toda la costa gallega. Se dedicaban al salvamento de buques y a la recuperación de la carga y estructura de aquellos ya hundidos tiempo atrás. Por aquel entonces, mi padre era uno de los pocos buceadores profesionales con escafandra autónoma existentes en España, lo que ofrecía numerosas ventajas frente a los buzos clásicos. Por ello, no resulta extraño que uniera esfuerzos con su suegro en esta actividad.

Así, poco tiempo tras mi nacimiento, me depositaron en esa hermosa villa que desde entonces he considerado como una parte muy importante de mi bagaje emocional. En aquellos años, poco a poco mi memoria se fue llenando con las imágenes de la primera lluvia tras los cristales de la casa de la Praza Castelao -imagino que entonces tendría un nombre más acorde con sus tiempos-; el mirador del paseo marítimo durante los días de sol; la fascinación que me producía el restaurante de Manolete en aquella plaza; el cariño de Isa, su mujer, y todos sus hijos, con los cuales aún mantengo una entrañable amistad; la cafetería del cámping...

Las conversaciones en una casa de un buceador profesional -poco después capitán de la Marina Mercante- giraban naturalmente hacia el ámbito del buceo, de buques hundidos y salvamentos, equipos y barcos, a lo que se unían reuniones con Valucho, José O Verde, Dosil de Lira y otros buzos, amigos y colaboradores de la empresa.

Años después de nuestra partida, todavía tuve la oportunidad de pasar algunos veranos en aquella ría donde, entre las salidas en mi pequeño velero Optimist -seguro que el primero de su tipo en navegar en aquellas aguas- y mis primeros escarceos como pescador submarino, fui acrecentando el amor por el mar. Pocos lugares entre la playa de Quenxe y el castillo del Cardenal habremos dejado de bucear mi amigo Paco, hijo de Valucho, y yo. No es extraño, por tanto, que considere además a la villa de Corcubión no solo como cuna de mi consciencia, sino como inicio de mi vocación, que me llevó a estudiar el mar desde el punto de vista cultural y a hacer de los naufragios -la parte material que nos resta del devenir humano sobre las aguas- una de las ramas más importantes a las que he dedicado mi trayectoria profesional como arqueólogo.

La ría de Corcubión, antesala del majestuoso cabo de Finisterre, es el centro y corazón marítimo de toda la Costa da Morte. La existencia de un magnífico museo, por ubicación y colección en las instalaciones de la antigua estación de carbonero de Plácido Castro, sería signo de desarrollo y amor por nuestra propia cultura si se revitalizase su existencia. Importante centro, que sin duda es el más destacado de Galicia en su campo.

Deberíamos, como gallegos, poder reivindicar nuestro pasado marítimo y recuperar esta parte tan importante de nuestra cultura, reivindicando la importancia de nuestra presencia en una Historia que ya es universal y no restringida a ningún territorio. En un momento como el actual, que se avecina necesitado de un rearme moral que no nos limite a ser una vez más espectadores de la Historia, se nos debiera ofrecer la posibilidad de mostrarnos orgullosos de lo que fuimos. Solo así podremos reunir la moral necesaria que nos permita alcanzar nuevas metas. Únicamente si somos capaces de mostrar nuestra herencia, y sentirnos orgullosos de ella, podremos transmitir a nuestros descendientes el orgullo y la seguridad de que también ellos serán capaces de realizar nuevas gestas. Esto debiera ser un objetivo de aquellos que tienen la capacidad de conservar y transmitir nuestro legado. Mi primer pueblo, Corcubión, bien pudiera encabezar esta tarea.

Me gustaría terminar esta evocación citando a uno de los mayores de nuestros escritores que lamentablemente nos ha dejado físicamente estos días: «Temos o deber moral e o deber patriótico de enriquecer o noso patrimonio histórico e cultural (...). Galicia espera iso de nós. O pobo que non ten unha cultura de seu acaba sendo parásito de culturas alleas». Xosé Neira Vilas.

DNI: Miguel San Claudio Santa Cruz (A Coruña, 1964) es arqueólogo y submarinista. Su especialidad es la arqueología submarina y lleva muchos años dedicados a la investigación y la divulgación del patrimonio cultural submarino. Su relación con la Costa da Morte, y también con las aguas de esta comarca, es muy intensa, por alguna de las cuestiones que él mismo detalla en este texto. Aquí ha participado en diversas campañas arqueológicas.