José Domínguez: «Al principio usábamos una jabalina hecha con el palo de una escoba»

Marta López CARBALLO / LA VOZ

CERCEDA

JOSÉ DOMÍNGUEZ

ATLETAS DE LA COSTA DA MORTE | El granadino llegó a Cerceda en el 2000. Presidente del Club Atlética A Silva-Ordes y profesor de Educación Física, así rememora los inicios del club

09 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

José Domínguez Caballero aterrizó en Galicia hace 25 años para presentarse a las oposiciones de maestro de Educación Física. Recorrió los más de mil kilómetros que separan A Coruña de su Granada natal y, finalmente, consiguió la plaza que tanto quería. Primero pasó por Tui, Mera o la ciudad herculina, para más tarde lograr un destino definitivo en el colegio de A Silva (Cerceda). Allí sigue desde el año 2000, y sin planes de regresar a Andalucía: «Conocí a la que hoy es mi mujer y me quedé. Ahora mi familia está aquí», sostiene.

José es el impulsor del Club Atlética A Silva-Ordes que, aunque nació para darle a los alumnos del centro una forma de entretenimiento saludable por las tardes, ahora es ya todo un referente a nivel competitivo. Cuenta el granadino que comenzaron encuadrados en el epígrafe de deporte escolar, pero esta opción dejó de servirles cuando los niños empezaron a hacerse mayores y a pertenecer a otras categorías. Corría el 2003, y entonces se tomó la decisión de crear el club, conjuntamente con algunos padres. «Empezaron a quedarse 10 o 12 después de clase y al final se nos quedó un grupo majo de 20 o 23», rememora.

Su especialidad es el fondo y el medio fondo, pero enseguida los jóvenes atletas comenzaron a despuntar en otras pruebas y tuvieron que ingeniárselas para conseguir el material. «Al principio teníamos una jabalina hecha con un palo de una escoba», dice el maestro. El Concello de Cerceda colaboró con ellos económicamente e incluso llegó a haber sobre la mesa un proyecto para la construcción de una pista, pero la llegada de la crisis del 2008 lo relegó al fondo de un cajón.

La proyección que tenía el club, que ya había conseguido entonces un buen puñado de medallas, se vio frenada por este bache, pero poco después surgiría otra oportunidad en el municipio vecino de Ordes. «Entrenábamos en el polideportivo de A Silva y hacíamos lanzamiento en leiras limítrofes, perdiendo discos, martillos y jabalinas entre toxos y silvas. Un buen día el Concello de Ordes tuvo la iniciativa de construir una pista y, como en el ayuntamiento no había ningún club, nosotros solicitamos su uso y nos cedieron la instalación», explica José. En ese momento comenzó a reflotar el club, que poco a poco fue incorporando a atletas de otros territorios. A día de hoy, enumera el presidente, solo un tercio de los deportistas son de Cerceda.

Lamenta que en el municipio que les vio nacer como entidad se haya apostado estos años por otros deportes, pero ve al nuevo alcalde «muy dispuesto a ayudar», sobre todo en el acondicionamiento del polideportivo de A Silva, un lugar perfecto para trabajar a cubierto diferentes disciplinas, ya que en Ordes entrenan al aire libre.

«Con el tiempo demostramos que lo que se dijo en su día era mentira: no solo se trató de una única buena generación, sino hay relevo y los resultados están ahí. Tenemos varios récords, campeones estatales... Desde la federación nos dijeron en su momento que Cerceda probablemente sería el municipio gallego con más medallas por metro cuadrado. Este año, además, ya llevamos récord de licencias: 155. El año pasado conseguimos 135. Creo que, con la pandemia, la gente está apostando por el atletismo porque les atrae que pueda practicarse de forma individual», señala José.

Por su parte, el granadino también pudo saborear el éxito en su momento. Él era corredor. Hacía medias maratones y «diezmiles» antes incluso de que el running se pusiese de moda. Lo dejó cuando se hizo docente, pero después comenzó a trabajar con pruebas combinadas: pentatlón y decatlón. Hasta consiguió algún oro estatal y participó en campeonatos del mundo de veteranos. «El problema es que estas disciplinas te machacan, porque son muchas pruebas. El último lo hice cuando cumplí los 45, y gané, pero quedé fastidiado de los tendones de Aquiles. Ahora voy haciendo lo que puedo, para saborearlo, pero no al ritmo de antes», asegura.

Disfruta, eso sí, de los éxitos de sus chavales: «Los veo como si fuesen mis hijos. No tienen mis genes, pero deportivamente sí lo son y siento sus éxitos como el que más. Estoy contento, porque el deporte les abre puertas».