Fiestas con precios (g)astronómicos

Juan Ventura Lado Alvela
J. V. Lado CRÓNICA

CERCEDA

08 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Al margen de las gaitas, las bombas de palenque y la orquesta de moda para la verbena, en la Costa da Morte, y en general en toda Galicia, para que haya fiesta es preciso que medie algo de comer. Así las celebraciones gastronómicas, como Percebe do Roncudo, Longueirón de Fisterra, Faguía de Carnés, Porco Celta de Corcubión, Cochiño de Cerceda... , y más, como las de cordero asado, mejillones, berberechos... y, sobre todo, sardinas y churrasco -que rara vez suelen faltar en las previas de los días grandes- se han convertido en citas estrella del verano. Pero, ¿realmente son los mejores sitios para disfrutar del producto de turno a un precio razonable?

Por si alguien tenía dudas, parece claro que no. Cualquiera disfrutaría más de unos buenos percebes en Corme otro día sentado a la mesa con un mantel de tela, que peleándose por alcanzar un plato entre cientos de personas. O cualquier hostelero fisterrán te serviría mejor una ración de longueirón elaborada en la cocina en la que se desenvuelve todos los días que desbordado de trabajo en una caseta del puerto. Ahora bien, es el día de la fiestas y con esas cosas se cuenta. No querer verlas sería de una ingenuidad absoluta.

Sin embargo, surge otra pregunta, relacionada con si estas celebraciones realmente le hacen o no algún bien al producto que tratan de promocionar o, por el contrario, se convierten en una actividad comercial más como cualquier otra.

En Fisterra, como se acaba de celebrar el longueirón, el debate está abierto, y no precisamente por los precios, porque, en contra de lo que ocurre en otras muchas citas de este tipo, siete euros por una ración del marisco estrella de la localidad parece algo más que aceptable. Las discrepancias vienen por el lado de la calidad de la fiesta en sí, al margen del Desembarco Pirata, porque hay vecinos que opinan que cada año va a peor, que el programa de actividades es muy pobre y que los hosteleros que hacen el negocio no se implican todo lo que deberían a la hora de sufragar gastos y completar una oferta más atractiva. Algunos, como el exportavoz del BNG, Germán Martínez, apunta directamente a través de las redes sociales que deben ser los propios mariscadores, como primeros interesados en valorizar su producto, los que tomen las riendas. Por supuesto, a los organizadores, como Carmen Lestón, no le gustaron las críticas, porque entienden que se menosprecia el trabajo previo de muchos meses y el hecho, bastante verosímil, de que a no ser por su iniciativa probablemente la fiesta ya estuviese muerta. Así, en definitiva, se vuelve al debate de siempre: esperar por un altruismo incierto o confiar en que el afán de negocio por sí mismo saque las cosas adelante.