Hace diez años, o doce, emigrar al extranjero parecía cosa del pasado. Cuando se hablaba de Suiza (principal receptor de emigrantes de la comarca desde hace 50 años, y la Costa da Morte principal comarca española asentada en tierras helvéticas) se hacía para analizar las cifras de retornados, que todavía eran elevadas por esa época. La edad, la jubilación, el segundo pilar... La vuelta era una constante. Baste un dato: en el 2005, el número total de vecinos de la zona que se fueron al extranjero, sin distinción de país, fue de 209.
Esta cantidad se puede saber gracias a los datos que anualmente da a conocer el Instituto Galego de Estatística (IGE). Son cifras frías, pero que en cada caso esconden el dolor (o la pasión alguna vez: hay más tipos de emigración) de quien deja su casa para buscarse la vida a muchos kilómetros, con otra lengua y otras costumbres. Son cifras, además, que es imposible que reflejen la realidad exacta, porque todos conocemos a quienes, estando fuera, aparecen en el censo como presentes, por mucho que se haya mejorado (y se ha hecho). Y más en el caso de quien sale a probar: ya no se molesta en modificar su estado en el padrón.
Frías y evaluables, de acuerdo, pero indican una tendencia. Y si, efectivamente, en el 2005 aparecían 209 movimientos migratorios nuevos al extranjero, en el 2015 (los datos se publicaron ayer) reflejan casi el doble: 381. Hablamos, en todos los casos, de la suma de los 16 municipios de Bergantiños, Soneira y Fisterra, además de Cerceda. Por tanto, el año pasado cogieron las maletas para el exterior casi 400 vecinos (hacia el resto de Galicia y España, muchos más). Es una cantidad mala, y además superior a la del año anterior, el 2014, con 369 bajas por el mismo motivo. Pero, puestos a ser optimistas, mejor que la del 2013, con 414 migraciones oficiales. Hacía muchos años que no se superaba la barrera de los cuatro centenares, pero todos recordamos lo que pasó en ese año y los dos o tres anteriores, por la crisis: Suiza volvió a ser el gran destino, con mucho retornos de quienes lo habían dejado, y otros nuevos. Aunque el bajón, quién sabe, tal vez sea porque ya no hay allí el trabajo que había. Todo tiene un límite.
Los números del IGE muestran más radiografías. Por ejemplo, la suma de emigraciones al exterior entre el 2005 y el 2015. La mayor es la de Carballo, con 924 bajas, aunque hay que tener en cuenta sus 31.000 habitantes. Sorprende más Camariñas, con 427 para sus 4.500 vecinos. Más que Vimianzo, con 418 en el mismo período. En el polo opuesto, Malpica (5.600 vecinos), con 67. Posiblemente, de las tasas más bajas de Galicia. Incluso menos que Corcubión, con 87, o Laxe, 113.