GALERÍA DE EMIGRANTES | Nueva entrega de las crónicas de la emigración escritas por Luis Lamela
23 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Ricardo Bouzas fue natural de Cee, y estaba soltero y trabajaba de jornalero cuando emigró para la Argentina con 19 años sin haber cumplido con las obligaciones del servicio militar. Como muchos otros, Ricardo quiso buscar su lugar en el mundo embarcando en el vapor P. de Satrústegui en el puerto de Marín, para arribar a Buenos Aires el 25 de marzo de 1905. Y, en ese ínterin, Bouzas fue declarado prófugo del ejército, aunque en mayo de 1908 fue indultado por el Gobierno español. Pero no solamente en aquellos difíciles tiempos los hombres se aventuraban en el incierto camino de la emigración; también lo hacían las mujeres, unas al encuentro de maridos, otras para escapar de la marginación social, caso de madres solteras o víctimas de agresiones sexuales, al quedar en sus lugares de origen marcadas socialmente para siempre; otras para dedicarse al servicio doméstico... Y, otras, como fue el caso de María Amigo Vaamil, también nacida en Cee, para unirse a sus novios. María tenía 18 años cuando emigró para el mismo país sudamericano, la Argentina, dos años más tarde de haberse ido su novio, Ricardo Bouzas. En el puerto de A Coruña tomó el vapor Cap Roca y arribó a la capital federal el 22 de febrero de 1907. Muy poco tiempo después contrajeron matrimonio en la capital argentina, una unión que duró cerca de un cuarto de siglo. María Amigo Vaamil (en la imagen, publicada en la revista Alborada) falleció, precisamente, el 13 de abril de 1932 a los 43 años. Y, allí, como tantos y tantos otros emigrantes oriundos de la Costa da Morte, descansan sus cenizas y allí fijaron raíces también sus descendientes y los descendientes de sus descendientes.