«Tiña tanta potencia que metía lume o cable e queixábase a veciña»

Juan Ventura Lado Alvela
j. v. lado CEE / LA VOZ

CEE

ALVELA

Fotos con historia | Adolescentes de Cee hicieron de sus ansias experimentales, y un poco gamberras, un hito de la radiodifusión

14 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Aunque la foto aparece fechada en el enero de 1965, pertenece, en realidad a 1967. Su protagonista, Daniel Araújo Rego, lo sabe lleva la misma ropa, «non había outra», con la que partió para estudiar el Bachillerato superior a Vilagarcía. A través de cursos por correspondencia y material traído desde Madrid, puso en funcionamiento con varios amigos Radio Villa de Cee, la primera emisora de la Costa da Morte, que funcionó durante las vacaciones de verano y las Navidades entre 1964 y septiembre de 1967, cuando su padre liquidó todo aquello.

Con la edad a la que muchos adolescentes de hoy a la sumo son unos hachas del Fornite o de la caza Pokemon, Daniel Araújo Rego, y su cuadrilla de amigos-secuaces pusieron en marcha con sus propias manos y lo más duro del franquismo de los 60, Radio Villa de Cee, la primera emisora de la Costa da Morte.

«Estaba como repetidor de segundo do bacharelato Laboral de Cee, só tiña catro asignaturas e púxenme a facer un curso por correspondencia de técnico de radio con Radio Maymó de Barcelona. Con iso e cunhas pezas traídas de Madrid montamos a emisora», detalla Araújo, que después estudió Telecomunicaciones y ahora está jubilado, de aquel verano del 64 en el que empezó todo. De antena hacía un hilo de cobre de un motor averiado que se extendía desde la ventana del segundo hasta la cruz del hórreo de enfrente. Y los 10 vatios iniciales llegaron a ser 30, tantos que se vieron obligados a quitarle mecha al asunto. «Tiña tanta potencia que metía lume o cable e queixábase a veciña. Dicía que ou apagábamos ou nos ía chamar á Garda Civil e eu pensaba: pero que nos vas chamar se os gardas son coma da casa», cuenta el cabecilla de todo aquello, con aquellos agentes de la Benemérita todavía en el recuerdo porque eran quienes les prestaban los discos y estaban encantados con la aventura de los chavales.

Aunque el experimento duro desde aquel verano hasta septiembre de 1967, cuando los que no estaban fuera ya empezaron a irse de Cee para estudiar, dio para muchas anécdotas, desde aquel recorrido inicial en bicicleta, «con un mini transistor dunha prima americana», Cee-A Pereiriña, Cee-Fisterra, y Cee-Carnota, para comprobar que, salvo en alguna zona de sombra, se escuchaba perfectamente.

Los discos de Modesto Rivas -la familia que le acogía en Madrid le premiaba así los buenos resultados académicos- fueron una base importante de las canciones dedicadas. «Non cobrábamos nada, pero si había moitos que por poñerlle tal canción a tal moza nos pagaban e así que mesmo gañabamos cartos», recuerda Araújo que fue, junto al propio Rivas, protagonista de, seguramente, la anécdota más llamativa. Era septiembre del 65 y tenía que recuperar historia. Tiró por la ventana un papel con las preguntas -alegándole a la profesora que olía mal para que la abriese-, Rivas lo recogió y «púxose a dar pola radio unha lección de historia que me serviu para facer un exame bordado, co transistor da prima Magdalena»

Aunque en la imagen solo sale Araújo, en el comienzo de la «aventura» como ellos la llamaban, por lo que tenía también de transgresión juvenil, participaron el actual concejal ceense Modesto Rivas Romero, que ponía la mejor voz de la pandilla y su espectacular colección de discos, Juanma Romero, José Lema Sanjurjo y Luis Pousa, periodista recientemente jubilado, que llegó a ser subdirector de El Correo Gallego. Ya en aquellos precarios comienzos apuntaba maneras porque hacía un monólogo político de crítica al Ayuntamiento por la suciedad y mal estado de las calles.

«Vén Franco co Azor e con toda a tropa e dixéronnos: 'Apagade iso ou requisamos todo»

Aunque el apagón definitivo llegó con un pequeño soborno, porque el padre de Daniel era el jefe de los municipales y se la estaba jugando un poco con el experimento de los chavales -«Deume cartos e díxome trae a chave», reconoce-, cuando verdaderamente estuvieron a punto de entrar en conflicto con las autoridades fue en el tránsito del 65 al 66. «Tiña tanta potencia que andaban cerca de Fisterra Franco co Azor e con toda a tropa, incluídos tres barcos de guerra. Entón os gardas viñeron e dixéronnos: “Apagade iso ou senón temos que vos requisar todo”», recuerda Araújo. No era para menos, aunque con todo de válvulas, «daquela non se coñecían os transistores, máis que por unha reportaxe dunha revista americana», alcanzaban tal potencia en la onda media, que era lo que había, que se comían a las radios comerciales y las radionovelas que querían oír las vecinas.