Para algunas cachelas habrá que llevar leña, mechero y una regla

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

CEE

ANA GARCIA

Determinados concellos de la Costa da Morte regulan al detalle las normas para los fuegos del día 23, incluso la altura que deben tener

09 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La tradición de realizar una cachela el día 23, en la noche víspera de San Xoán, se mantiene con mucha fuerza en la Costa da Morte. Familia, amigos, barrios o parroquias enteras se encargan de alimentar una llama centenaria y seguramente milenaria. Pero los tiempos cambian, y si la burocracia le ha ido comiendo terreno a actividades tradicionales (cortar madera, matar un cerdo, vender una vaca, cambiar el tipo de plantación...) estos fuegos no son una excepción.

Generalmente, los concellos reclaman una notificación de cuántos fuegos va haber, dónde, una persona responsable y un contacto. Por seguridad y por un mínimo control, para reducir evitar riesgo y, en su caso, asumir responsabilidades.

Hai concellos que van un paso más allá y elaboran unos bandos que casi parecen ordenanzas. Mucho habrá que vigilar para comprobar que se cumplen en detalle. Cee, por ejemplo, especialmente detallista. Para empezar, la solicitud debe hacerse hasta las 13.30 del día 19, aportando todo tipo de datos. Los responsables deben ser mayores de edad, cuidar todo el entorno y tener a mano los números de emergencias y las fuerzas de seguridad.

En la zona urbana, el volumen del combustible de la fogata no deben pasar los tres metros de perímetro, ni de un metro de altura. En la zona rural hay más permisividad: no más de seis metros de «perímetro/diámetro» (no es lo mismo), ni tres metros de altura. Más medidas: «A separación entre os lumeiros, edificios, árbores, vehículos e mobiliario urbano serán como mínimo de 12 metros, excepto no casco urbano».

Hay otras observaciones que son más comunes: cuidar que los fuegos no estén bajo líneas eléctricas o telefónicas, que alrededor no haya locales con productos inflamables; no se pueden quemar neumáticos, plásticos, espumas de poliuretano, aceites, sustancias que al arder desprendan humo tóxico; o recipientes con líquidos inflamables o gases a presión.

Si las cachelas se hacen en terrenos públicos y enlosados, los organizadores deberán protegerlos con una chapa metálica. Y al terminar, habrá que ver que la hoguera queda apagada por completo, además de limpiar bien el espacio usado. En todo caso, si el Concello o el servicio provincial de incendios consideran que el lugar solicitado no es el idóneo, podrán suspender la autorización.

El bando de Cerceda es aún más extenso que el de Cee. Mientras que el anterior puede abarcar todo el mes de junio, el cercedense es solo para la noche del 23, entre las 18.00 horas y las 6.00 de la madrugada del 24. Solo en núcleos tradicionales y urbanos, nunca en terrenos forestales.

Limpieza completa

Antes de encender la cachela, los responsables deben limpiar bien todo su entorno, eliminando todo el material combustible en una franja de al menos cinco metros de largo, «rodeando o perímetro que se vai queimar». Ojo a las distancias, una vez más: «Non se pode prender lume preto de calquera masa forestal ou matogueira: 50 metros de distancia como mínimo». Ni siquiera será posible seguir adelante aunque se vaya por el libro, ya que en caso de viento está prohibido. Incluso si es sobrevenido: «Se iniciados os traballos se producise a aparición de vento, suspenderase inmediatamente a operación procedendo a apagar o lume».

No es tarea para un apuro, hay que esperar el tiempo suficiente: «Non se abandonará a vixilancia da zona queimada ata que o lume estea totalmente apagado e transcorran dúas horas sen que se observen lapas ou brasas». Además, hay que prever los medios necesarios para actuar en caso de una posible fuga. Por eso, nada de actuar solo, nunca: «En ningún caso se poderán realizar individualmente, aínda que a súa extensión sexa pequena e se considere que o risco é mínimo».

En cuanto a las distancias, deberán estar al menos a 15 metros de árboles y edificaciones, sin dejar que las llamas superen el metro y medio de altura. «Nas vivendas próximas ás fogueiras é convinte pechar as fiestras e gardar os produtos inflamables que poida haber nas terrazas, e por seguridade non deben aparcarse vehículos cerca da fogueira», señala el bando.

En cuanto a las prohibiciones, lo habitual en todas partes: no se pueden quemar nada en suelos rústicos que tengan usos, ya sean agropecuarios o forestales, ni tampoco que puedan dañar carreteras o caminos, o que haya riesgo de causar un fuego incontrolado.

Tampoco se podrán usar ruedas, cubiertas de goma, plásticos, derivados de hidrocarburos; aerosoles, productos malolientes, tóxicos, residuos... En esto suele haber coincidencia general, además de sentido común. Habrá que ser precavidos y tener a mano cubos de agua no extintores. Y los requisitos son todavía más, y mejor hacerle caso: «En caso de incumprimento do indicado ou de queixas fundamentadas dos veciños, poderase requerir a extinción das fogueiras», señala el comunicado municipal.

En último término va a depender todos más de la responsabilidad que de los bandos.