Una familia en el Pazo de Cotón

luis lamela

CEE

LUIS LAMELA

Historia de una estirpe que habitó el singular edificio de Cee entre la última mitad del siglo XIX y primera del XX

30 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Todas las grandes paredes guardan historias, y el Pazo de Cotón de Cee no es menos. Con documentación que me facilitó Humberto Creus Andrade, reconstruí en parte la historia de la familia que habitó en la última mitad del siglo XIX y los primeros decenios del XX, el Pazo de Cotón, en Cee. Antes lo habitaron otras estirpes nobles, como los Carantoña. Un típico y pequeño pazo urbano construido entre los siglos XVII y XVIII entre la calle Magdalena y la plazuela de Penín.

La denominación del pazo es por haberlo habitado el licenciado José Cotón y Pimentel, oriundo de Santiago casado con María Emilia Vázquez Martínez. Del matrimonio nacieron Manuel, el primogénito, en 1877; Aurelio; Eduardo; Julia, que en 1942 con 57 años estaba soltera y residía en Santiago, en la calle Santo Domingo, 2, con su hermano Manuel, el primogénito; Fernando, que emigró para México; Carmen; Luis, que fue para Cuba; José, que en febrero de 1907 a los 20 años fue para la Argentina; Emilio, que nació en Cee el 5 de julio de 1892 y se mudó con 17 años para la Argentina a finales de 1908, y Rosario.

Los Cotón Vázquez fueron una clásica familia rentista de la Galicia de mediados del siglo XIX y principios del XX. La esposa, María Emilia Vázquez Martínez, había recibido una sustanciosa herencia de sus padres, el licenciado Manuel Vázquez Castiñeira, fallecido en Cee el 1 de marzo de 1887 a los 87 años, y de la corcubionesa María Josefa Martínez Canosa. Este último que, además de a María Emilia, tuvo como hijos a Cayetano; Dolores, que en el año 1887, el del fallecimiento de su padre, residía en Noia; Luciano, piloto y vecino de Ozón (Muxía) en esa misma fecha; y Francisco, presbítero, cura de San Paio de Cundíns.

Manuel Vázquez Castiñeira, natural de San Martín de Castrelo (Vimianzo), y María Josefa Martínez Canosa, oriunda de Corcubión -no sabemos si fue familiar del vecino de la villa de San Marcos, Jerónimo Martínez, de 36 años en 1873 y residente en la calle Recreo, hoy Antonio Porrúa-, residían en Cee, precisamente en la calle Magdalena, número 42, el ahora denominado Pazo de Cotón y poseían numerosos bienes urbanos y rústicos en la parroquia de A Xunqueira; otros, en las de Brens y A Ameixenda, y también en As Cabazas-Baíñas; Roalo (Castrelo-Vimianzo) y más fincas en la capital de Soneira, y en Vilanova y Ozón...

El matrimonio ejerció también de prestamista con pactos de retro y regulares intereses de la época, bienes unos privativos de María Josefa Martínez y otros de su esposo Manuel Vázquez, y de los que gran parte, al fallecimiento de ambos, pasaron a manos de María Emilia Vázquez Martínez.

En fin, que José Cotón y María Emilia Vázquez formaron una clásica familia rentista: tenían caseros, alquilaban casas, arrendaban fincas rústicas, poseían contratos de foros y numerosos animales dados en aparcería...

«Señorito rentista»

Por todo eso suponemos que José Cotón ejerció de clásico señorito rentista que, como única dedicación fue controlar y administrar todas las rentas, desempeñando además cargos de brillo, en su mayoría no remunerados, de representación social o municipal.

Uno de esos cargos fue el de juez municipal, en este caso remunerado, y que ejerció en el bienio 1885-1877 cuando falleció su padre político, nombramiento renovado sucesivamente hasta como mínimo 1907. En ese período, precisamente en el mes de mayo de 1891 se celebró en la sala de lo criminal de la Audiencia de A Coruña un juicio oral por denuncia presentada por el fisterrán que trabajó de fotógrafo en Corcubión y Cee Manuel Romero Castro contra José Cotón, el juez municipal de Cee, «por usurpación de funciones», incidente que no hemos podido ampliar. También fue alcalde de Cee durante los años 1892 y 1893.

Poco a poco la situación económica de la familia fue sufriendo los cambios de la sociedad de su tiempo, con un deterioro progresivo hasta llegar a un punto de inflexión. Las rentas familiares, la grave enfermedad de la esposa y su fallecimiento prematuro, y los hijos creciendo y reclamando más recursos no fueron suficientes para hacer frente a las necesidades.

En mayo de 1893, José Cotón y Pimentel, cuando era alcalde de Cee, recurrió a su vecino el rico propietario Juan Cereijo Fernández para solicitarle un préstamo hipotecario de seis mil pesetas, aportando como garantía el pazo de la calle Magdalena, exigiéndole el prestamista una póliza de seguros contra incendios para formalizar la operación.

Declive imparable

Indudablemente, no corrían buenos tiempos para la familia Cotón-Vázquez y el crédito era, quizás, la señal de que el declive surgía imparable, que llegaban las horas bajas pasando de prestar a ser prestado; de vivir de rentas a pagar rentas, una situación que no deseaban se conociese de puertas afuera, en el falso mundo de las apariencias.

La instalación en Brens de la fábrica de Carburos Metálicos en 1903, y anteriormente la apertura del colegio Fernando Blanco de Lema, fueron el punto de partida de los enormes cambios sociales, culturales, formativos y económicos experimentados en Cee, sufriendo la pesca una disminución drástica, a cambio de la irrupción progresiva de la actividad industrial, mercantil, y también agraria y forestal.

Por eso, y quizás también, o por culpa de escapar de las obligaciones militares u otras causas, se inició el éxodo o el periplo de la emigración de los hijos varones, los llamados segundones, azuzados quizás por huir del servicio militar, por la necesidad económica de la familia o por la moda de aquellos años. O incapaces de hacerse una vida en su país, lo que hoy se dice, eufemísticamente, movilidad geográfica.

En definitiva, que José Cotón los había formado -el único que llegó a la universidad fue Manuel, el primogénito, licenciado en Derecho- y ahora les tocaba ser ellos y volar.