La Costa da Morte condena al olvido a referentes de su cultura

Juan Ventura Lado Alvela
J. v. Lado CEE / LA VOZ

CEE

Alfredo Brañas parece conversar con los viandantes en Carballo.
Alfredo Brañas parece conversar con los viandantes en Carballo.

Evaristo Martelo, Labarta Pose, Antón Zapata, Baldomero Cores o el propio Cela pasan desapercibidos al común del vecindario

24 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

A algunos se les recuerda en celebraciones como la de ayer del Día del Libro y, con un poco de suerte, cuando se cumple un número redondo de años de su nacimiento o su muerte, pero son también muchos los hombres -de las mujeres ni hablamos, por al margen de Rosalía, que tiene calle en Cee, por ejemplo, apenas aparecen siquiera- que han aportado y mucho a la construcción cultural de la Costa da Morte, cuyo legado pasa completamente desapercibido para el común del vecindario.

La lista es larga y podría empezar por el premio nobel Camilo José Cela, que se tiene que conformar con la Corredoira de don Camilo en Fisterra, donde, como recuerda Miro Villar, salía a pasear y seguramente encontró parte de la ambientación de Madera de Boj. Seguiría con el soneirán Evaristo Martelo, cuya familia fue incluso dueña del Castillo de Vimianzo; con Antón Zapata, que apenas tiene una placa en su casa natal de Laxe; Labarta Pose, que le da nombre al colegio de Baio; o Xesús San Luis Romero, que hace lo propio con uno de los de Carballo. Entrarían en esa relación Alejandro Campos Ramírez, Alejandro Finisterre, o los corcubioneses Plácido Castro, Antonio Porrúa, Pepe Miñones,... y tantos otros, que no se pueden decir que estén totalmente en el olvido, porque alguna calle hay con su nombre, pero que son muchos los que creen que no tienen un reconocimiento popular a la altura de su figura: más que nada en lo que a conocimiento de su legado por parte de las nuevas generaciones se refiere.

Entre los casos más recientes, destaca el de Neira Vilas, que lejos de Ponteceso tampoco parece que vaya a tener una mención especial, pese a todo lo que ha sembrado por la comarca. Sin embargo, quizás el más sangrante sea el de Baldomero Cores, cronista oficial de Cee, para el que un año largo después de su muerte sigue sin establecerse una fórmula de reconocimiento acorde a lo que demandan quienes mejor lo conocieron.

Todos ellos son referentes en los que un recuerdo físico puede ayudar a lo fundamental, que se conozca su obra.