La rectoral y las advertencias de mantenimiento

La Voz

CEE

12 sep 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

La labor de Fondevila no se reduce al mero mantenimiento, pues también edificó de nueva planta, hasta tal punto que este hecho no le pasa desapercibido al colega que levanta el acta de su defunción: «Por devoción especial que profesaba á Nuestra Señora de la Barca, cuyo Santuario se halla sito en las inmediaciones de esta Villa hacia el Nór-Oeste, hizo casa propia junto al mencionado Santuario, la que eligió para su morada, y en la que falleció ayer a los 76 años». No dejó en su testamento disposición «acerca de lo pío», lo cual no deja de ser chocante, por su condición de presbítero, mas su herencia era de este mundo: mantener con decencia el templo. Como «albaceas y cumplidores» delegó en el párroco de Cee y en un destacado muxián: el médico Leandro Abente, pariente de poetas: de Eduardo Pondal y de Gonzalo López Abente. Fondevila vislumbró la titánica tarea de mantener decente el santuario, luchando contra los elementos, pues el «magnífico templo se arruinaría dentro de pocos años por la humedad, había tanto por el techo por estar del todo arruinado, como por no estar el atrio roturado». De todos modos, «vanidad de vanidades, y todo vanidad», reza el Eclesiastés: nada son y nada aprovechan las riquezas, los retablos barrocos, las ricas alhajas, las bordadas vestiduras.

Solo importan fe y devoción, y estas parecen garantizadas en A Barca.