La taberna Calvelo sumaba 84 años de actividad
03 sep 2024 . Actualizado a las 13:39 h.«Houbo clientes que choraron coa despedida. Isto é como se fose unha familia, case como un centro social, e por iso faise duro que acabe». Son palabras de Javier Calvelo, hijo de Carmen Bellón, la titular de la Taberna Calvelo, que se acaba de jubilar, y de su marido, Ramiro Calvelo, que fue el dueño anterior, hasta que también se jubiló. Y ni Javier, ganadero (y concejal popular en Carballo) ni su hermana Isabel, profesora, continúan con el negocio. En caso de que retorne, tal vez haya que aguardar bastantes años a la siguiente generación, que de momento piensa más en los juguetes que en ponerse detrás del mostrador. Elemento que, por cierto, se va a mantener por ahora en su sitio, porque forma parte ya indiscutible de la vivienda, y no separado de ella, razón por la que tampoco se plantea un alquiler.
Fue el abuelo de Javier y padre de Ramiro, José Calvelo Vázquez, el que puso en marcha el negocio. No se sabe el momento exacto, pero sí que fue justo tras acabar la Guerra Civil, así que como fecha de referencia 1940 es válida. Alrededor de este local, que en su momento tuvo una reforma importante, ha girado la vida de la familia Calvelo y de centenares de vecinos generación tras generación, así durante 84 años.
La Taberna Calvelo, sí, ha cerrado. La familia escogió el primero de septiembre para echar la llave, que coincidió con A Milagrosa de Carballo y la subida de la Virxe dos Milagres de Caión, apenas una semana antes de la fiesta mariana de San Sadurniño, en Rus. Fiestas todas con devotos que, en buena medida, seguro que también lo fueron de este bar de Entrecruces. Situado en la zona de A Alta (que los de A Baixa conocen más por A Montaña), en el lugar de O Piñeiro. A un paso del castro de Ouxas, donde nace la Férveda de San Paio, y a dos de la frontera con la parroquia de Anxeriz, en Tordoia.
Fue este domingo cuando algunos clientes lloraron y dijeron que echarán mucho de menos este lugar. Aquí acudían a saber las novedades, a comprar alimentos en su ultramarinos, a relacionarse, a jugar la partida, a tomar algo. Uno de esos sitios esenciales en las zonas rurales, con funciones esenciales que generalmente se las reconocen cuando desaparecen, como en tantos sitios. Entre lágrimas y risas, que también las hubo (porque unas llevan a las otras), unos y otros compartieron el churrasco en una fiesta que fue larga, casi toda la jornada, y muchos recuerdos.
En Entrecruces hubo una quincena de tabernas, en diferentes lugares y épocas. En A Baixa, A Granxa, Sabadín, San Paio... Solo en A Alta hubo tres. Ahora queda solo una en toda la parroquia, que también es ultramarinos: la de Mercedes y Evaristo, en A Taboada, en la carretera de Carballo a Portomouro (en la curva antes del puente). Otra leyenda.
Contaba ayer Mercedes que llevan desde 1971 y antes la había tenido otra familia durante 25 años, así que empezó prácticamente en la época de Calvelo: casi 80 años. Una escasez, un cambio histórico, que también se aprecia en la vecina parroquia de Rus, en la que en los últimos años cerraron lugares ya históricos como O Zapateiro o A de Lino. En Entrecruces concurre el hecho de que algunos de los bares legendarios del casco urbano de Carballo fueron regentados por vecinos de esa parroquia, desde la calle Coruña a la Vázquez de Parga.