Elena Taibo, florista de Carballo: «A morte de miña nai en accidente marcou á miña familia»

CARBALLO MUNICIPIO

Personas con historia | Su negocio, que le viene de familia, cumplirá 30 años en febrero. Lo abrió días antes del San Valentín de 1994
18 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Elena Taibo Suárez (Carballo, 1966) abrió su floristería pocos días antes del San Valentín de 1994. Entonces estaba en la rúa Poniente. El negocio le venía de familia. Algunos de sus hermanos tenían en la parroquia de Sísamo invernaderos en los que plantaban clavelinas que vendían al por mayor. Además, su madre, Carmen de Taibo, vendía en el mercado carballés pequeños ramos realizados con lo que salía del huerto familiar, que fue fundamental para alimentar a los 14 hijos que tuvo. Su padre, además de cuidar del campo, fue zapatero y montó una escuela en la que daba clases a los niños de la parroquia.
Elena estaba todavía en el instituto cuando se produjo una de las mayores tragedias de su vida, aunque después tuvo que afrontar otra pérdida fundamental cuando falleció su hija al poco de nacer. «A morte da miña nai en accidente marcou a situación da familia», explica. Por entonces todavía quedaban varios hijos en la casa y el trabajo de su padre no daba porque el hombre no iba al mercado a vender, como hacía su madre. «Non se defendía», dice. Tuvo que buscarse la vida para continuar estudiando, pero lo hizo con ayuda de sus hermanos y con su propio esfuerzo. «Uns tiraron polos outros», dice para explicar cómo se desenvolvió una familia muy numerosa y de orígenes humildes en la que sus miembros fueron capaces de salir adelante con cierto éxito. «Aínda nos foi ben para saír de onde saímos», asegura.
Tenía solo 15 años cuando se produjo el siniestro en San Román, A Laracha. Fue uno de los primeros con varios fallecidos que hubo en ese punto negro de la carretera comarcal 552. Todos los que iban en el coche murieron. Además de su madre fallecieron uno de sus hermanos y la esposa de este.
Elena obtuvo una beca para estudiar Turismo. No era lo que más le gustaba, pero su hermano José tenía entonces una agencia de viajes en Suiza y la alentó para que siguiera ese camino. De hecho, sus primeros años de adulta estuvieron muy ligados al que fue propietario del Pazo do Souto, que falleció en noviembre del 2021. Con él trabajó algunos veranos en el Banco Exterior de España y también se ocupó del negocio del que era propietario cuando él se desplazaba a España. Aprendió idiomas y encontró empleo en el alojamiento y restaurante de Sísamo cuando se abrió.
Clases y guía
Sin embargo, a Elena, según confiesa, le gustaba más dar clases a niños, una actividad que realizó también cuando todavía era estudiante para ganar algo de dinero. Asimismo fue guía, incluso en viajes al extranjero, entre otras actividades.
El trabajo en el Pazo do Souto no era suficientemente continuo y con una de sus cuñadas decidió abrir una pequeña floristería en la que se iban turnando, pero su socia amplió la familia y ya no pudo dedicarle tanto tiempo al negocio. Siete años después de abrir se desplazó hasta la calle Buenos Aires y ahí sigue. Explica que al principio aprendió en A Coruña, en la entonces famosa Muguet de la calle Juan Flórez. Este verano ha trabajado para medio centenar de bodas.
Para finales del próximo mes prepara la celebración de aniversario. La idea es obsequiar a sus clientes, algunos de los cuales llevan muchos años con ella, como su empleada Isabel Caamaño, que entró a trabajar pocos años después de la mudanza a su actual ubicación.
Nueve personas contratadas para Difuntos, la época de más trabajo
El negocio de la floristería tiene picos de trabajo muy destacados, pero el mayor es, sin duda, Difuntos. Recuerda Elena Taibo que hace años se pasaban casi una semana sin apenas tiempo para comer o para dormir, pero las cosas han cambiado notablemente con los años y aunque se trata de un momento de muchísimos encargos casi mantiene una actividad laboral parecida al resto del año. Para conseguir esto el año pasado contrató a nueve personas. Algunas de ellas llevan años repitiendo y tienen otros trabajos, pero incluso piden vacaciones la última semana de octubre para poder apoyarla a ella y a su empleada, Isabel Caamaño, en la realización de los centros de flores. Todo este personal realiza únicamente labores auxiliares, pero fundamentales para poder sacar adelante la elaboración de los ramos, desde preparar las flores hasta coger encargos. «Un equipo de traballo fenomenal», dice de ellos.
Además, se dedica, como otros establecimientos del ramo, al mantenimiento en el cementerio. Hay familias que le piden que cambie las flores de los nichos cada dos o tres semanas. Una vez que ha realizado el cambio envía por wasap una foto a sus clientes de lo realizado y así cada vez. No solo trabaja en Carballo, pero es en la capital de Bergantiños donde tiene más tarea.
Las otras fechas fundamentales para su negocio son el Día de la Madre y San Valentín, cuando le piden bastantes rosas rojas, además de ramos.
El resto de la labor que realiza, según explica, tiene que ver con las bodas. Este verano realizó medio centenar y lo normal es que traten ya con los encargados de planearlas y no tanto directamente con los novios.