«La pandemia nos dejó con 8.000 euros en huevos de Pascua que nadie quiso»

Cristina Viu Gomila
Cristina Viu CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO MUNICIPIO

Ana García

Personas con historia | El sistema de comida a domicilio «Lévollo» ha cumplido dos años de vida en Carballo. Lo ideó Rafael Borrachero, venezolano

11 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Ayer se cumplieron dos años de la puesta en marcha de Lévollo, un sistema de entrega de comida a domicilio en Carballo. Rafael Borrachero (Venezuela, 1972) fue de los que convirtió una crisis en una oportunidad. «La pandemia nos dejó con 8.000 euros en huevos de Pascua que nadie quiso», explica.

Llegó a Carballo en el 2019 para hacerse cargo de un almacén de chucherías. Llegó el covid y aquello se vino abajo. Buscó la oportunidad y estuvo 8 meses repartiendo comida a domicilio de tres o cuatro locales. Primero se unió su hermano y después su pareja. Cuando eran ya tres se dio cuenta de que aquello que nació como una mera salida de supervivencia tenía futuro y fue cuando buscó las opciones informáticas que estaban a su alcance. No fueron muchas. «Fue muy difícil porque no tenía dinero y conseguir una opción que fuera accesible resultó ser muy complicado porque las aplicaciones son carísimas, de 15.000 a 25.000 euros», dice. Optó por una página web que le cambió la vida.

Explica que cuando empezaban atendían 120 pedidos a la semana. Ahora ya son 2.600 mensuales de media. Las estrellas de todo este negocio son las hamburguesas y las pizzas, pero reconoce que lo mismo es capaz de plantarte en casa una paella que una tortilla o una carne asada. El límite solo lo ponen los establecimientos que están adheridos a esta plataforma.

Tiene, reconoce, desde clientes fijos, de los que se gastan cientos de euros mensuales en recibir el menú en casa cualquier día de la semana hasta turistas acostumbrados a este sistema de distribución de comidas. Recuerda que un grupo de Madrid que estaba alojado en un pazo de la zona compró comida por más de 200 euros y no solo un día, sino cinco seguidos. No es lo habitual.

Ana García

Ahora el negocio parece asentado y la idea es seguir creciendo. Se está planteando extenderlo a otras localidades de la zona. En dos años ha pasado de estar solo sobreviviendo y ayudando en parte a los hosteleros en plena pandemia a tener una empresa de la que viven 8 personas. Ahora acaba de dar un nuevo paso con la compra de cuatro motocicletas eléctricas. «Gastábamos 2.500 euros al mes de combustible, por lo que supone un ahorro importante y no emitimos gases», explica. Además tiene dos cocinas ciegas de comida italiana y ahora quiere otra de estilo mexicano cuyo arranque es inminente. Eligió este tipo de comida para no hacer competencia a los establecimientos con los que trabaja. La relación con ellos, explica, no ha sido fácil, sobre todo al principio. «Tuvimos mucho que educar a los hosteleros porque no creían en el modelo», explica.

Solo dos años desde que arrancara con Lévollo se instaló Glovo, pero al contrario de lo que se pudiera pensar, la propuesta de Rafael Borrachero no perdió tirón. El secreto parece residir, según él mismo dice, en que desde su web garantizan una hora exacta de entrega. Lo que quiere decir que el hostelero debe apurarse para realizar el pedido en el tiempo correcto. Además, incide en que cobran menos de la mitad que otras plataformas que realizan el mismo trabajo.

En todo caso, lo que Rafael Borrachero siente después de ocho años en Galicia es que ha sido muy bien recibido por los carballeses y que está prestando un servicio para que tengan los vecinos de la capital de Bergantiños las mismas prestaciones que podrían lograr en una ciudad grande.

Está encantado de que hayan abierto un parque comercial en A Revolta porque considera que todo ello supone un gran avance para una localidad como la carballesa. En principio, su intención es quedarse y seguir creciendo.

Un fotógrafo de modelos, artistas y actores que tuvo que marcharse de Venezuela

En Venezuela, el trabajo de Rafael Borrachero nada tenía que ver con la distribución. Allí tenía un estudio de fotografía y se dedicaba a retratar a modelos, artistas y actores. Le gustaba y mucho, pero «se puso difícil y nos vinimos», explica. «Tenía un negocio estupendo, muy bonito y me encantaba, pero con Lévollo siento lo mismo. Es mi bebé, nació conmigo», explica. Además, tiene la sensación de que le dio algo nuevo a Carballo y que los carballeses de algún modo se lo reconocen. Pronto abrirá también un local, un negocio paralelo, también de hostelería que parece su vocación desde que llegó a España.

Los padres de Rafael Borrachero eran españoles, de Valencia y Barcelona, respectivamente, pero sus abuelos procedían de Galicia. «Yo ya tomaba los platos típicos de aquí cuando era pequeño, cuando estaba en Venezuela », explica. De hecho, su menú era mejor incluso que ahora. «No he vuelto a tomar empanada como la que hacían mi mamá y mi abuela», explica.

A Coruña

Desde su país natal recaló primero en A Coruña. De hecho, ese era su destino. Nunca pensó en Carballo, pero el negocio de distribución al que tuvo acceso y que se ajustaba tanto a sus posibilidades como a sus intereses estaba en la capital de Bergantiños y aquí se instaló.

Ahora, su intención es crecer desde este municipio que considera ya suyo. La idea es trasladar el sistema a lugares como Cee o Arteixo e ir extendiendo este concepto de la comida a domicilio más allá de las pizzas, que hasta el momento era lo único que había en la zona.