José Facal Díaz: «`Cine para ciegos´ fue un homenaje a mi madre, a la que comentaba las películas»

Cristina Viu Gomila
Cristina Viu CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO MUNICIPIO

Sandra Alonso

Personas con historia | El profesor ya jubilado, segundo presidente del Cine Club Carballo, también estuvo en la comisión del San Xoán y en Enciga

24 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

«Se equivocaron al mandar la película de ese día y en lugar de a A Coruña llegó a Ourense. A las 5 de la tarde salimos Javier Souto, que estaba en la directiva, y yo a buscarla. El pase era a las 22,30 horas y llegamos solo diez minutos antes, con una tensión tremenda...». José Facal Díaz (Carballo, 1959) fue el segundo presidente del Cine Club Carballo, una entidad de lograba reunir a unas 3.000 personas en la Semana que organizaba todos los años en el arranque del otoño.

Él se había licenciado en Química, pero era, y sigue siendo, muy aficionado al séptimo arte. Recogió el testigo de Frutos Fernández, que entonces era director del instituto Alfredo Brañas, en el que él mismo daba clase. Formaba parte de un grupo muy voluntarioso y apasionado, que se reunía por las tardes en la cafetería Flor de Té para comentar las películas. No se andaban con paños calientes. «Había discusiones gordas. No se cortaban nada y te ponían la cinta a caer de un burro», explica.

«Xosé Buño me invitó a un café un día y me dijo que tenía una idea loca. Así nació el ciclo Cine para ciegos, que fue un homenaje a mi madre, a la que comentaba las películas. Cuando se quedó sin vista, tanto yo como mi hermana le explicábamos lo que ocurría. Tomé mucha práctica». La primera proyección fue el 25 de febrero de 1989. Era Las mariposas con libres y el que explicaba la cinta, en la antigua Casa da Xuventude, era Evencio Ferrero, hoy alcalde de Carballo. Con él también ideó por entonces Cine para nenos, que comenzó en el colegio de Coristanco, donde Ferrero Rodríguez era profesor. Sin embargo, no todo fue como esperaban. «Nos cayeron dos huelgas de profesores y no pudimos hacer todas las proyecciones», cuenta.

La primera Semana de Cine fue en 1985. «Fue un éxito. Proyectamos Mamá Asunción y vino Chano Piñeiro. Aún recuerdo la cena en el Oasis», explica sobre la cinta que abrió la puerta al cine gallego. Dos años después dedicaron el ciclo a Fernando Camarot, el dueño del primer cine que hubo en Carballo, el Lumiere, que acababa de fallecer. «Pudimos hablar con su proyeccionista. Le hicimos una entrevista en la residencia de ancianos en la que estaba. Era ya muy mayor», explica.

También fue muy importante la proyección del corto Fendetestas, de Antonio Simón, y la película El bosque animado, de José Luis Cuerda. «Vino José Ernesto Díaz-Noriega, que había participado como actor en las dos», señala.

Discusiones

Durante esos años en el cine club, José Facal reconoce que hablaron mucho de películas, con los miembros de la entidad y con todos los invitados que llegaban para apoyar aquel grupo de gente muy voluntariosa que proyectaba en el Rega y también en el Cervantes, antes de su cierre. «Había que dar negocio a todo el mundo», reconoce José Facal. «Manteníamos el tono, tanto en los pubs como en el Flor de Té, pero la gente te ponía la película a caldo sin más trámite. Para unos la misma cinta era un petardo, y para otros, una obra maestra. Empezábamos por aspectos de guion y acabábamos por escenas incluso de cinco segundos. Discutíamos mucho», explica.

Y todo ello lo explicaban ya en 1986 los sábados por la mañana en la emisora que en Carballo tenía entonces Antena 3 y que ahora es Radio Voz Bergantiños.

También hubo muchos pareceres distintos cuando formó parte de la comisión de fiestas del San Xoán, el año de la tortilla gigante, con Chano Calvo como presidente. «Unos decían que era una horterada y otros que se trataba de algo divertido, pero lo cierto es que no quedó ni una ración. Se comió toda», recuerda.

«Llegó un momento que no podías tocar nada. Eso ya no era dar clase»

José Facal empezó enseñando en Carballo y terminó en el Lamas de Abade de Santiago. Decidió jubilarse cuando llegó la pandemia. «Llegó un momento que no podías tocar nada. Eso ya no era dar clase», explica. Reconoce que se fue con mucha pena y que no ha podido volver. «Estoy seguro de que si voy me da la llorera», señala. Su forma de dar clase, cercana y divertida, no era compatible con las limitaciones del covid.

Ha viajado con sus alumnos por un montón de sitios, en intercambios que fueron más enseñanzas generales que de Química, que es su especialidad. «Los ves salir de casa verdes y los llevas a Varsovia al búnker de Hitler y ya tienen para contar años enteros», dice.

En el 2008 se despidió en Enciga, la asociación de profesores de Ciencias de Galicia. Anunció su retirada en el IES Alfredo Brañas, después de una conferencia de Richard Ernst, el químico suizo galardonado con el Nobel por su desarrollo de la resonancia magnética nuclear. En la capital de Bergantiños hubo traducción simultánea, pero en el instituto de Noia, donde él daba clase entonces, los alumnos se tragaron la charla en inglés. «Yo creo que casi no entendieron nada, pero con los años se han ido dando cuenta de la importancia que tuvo ese momento. La oportunidad de escuchar a un premio Nobel», explica.

«Decidimos dimitir porque se nos habían acabado las ideas y era importante tener a alguien nuevo, pero lo cierto es que hicimos muchas cosas», recuerda. Ha estado en el 20 aniversario de la entidad, que se ha celebrado en el Eduardo Pondal de Ponteceso, dando una charla sobre la Revolución Francesa y su aspecto científico.