Manuel Dourado: «Vivo e fago o que xa quería de cativo»

Manuel Dourado (O Couto, Ponteceso) tenía solo 27 años cuando decidió levantar en Carballo, con todo el significado de la palabra, la Escola da Rúa. Una escuela de música para dar cabida a todos. Era el 2003, por lo que pronto se cumplirán dos decenios de aquello y, según las previsiones, pues todavía hay matriculación abierta y de hecho no la llegan a cerrar durante el curso, no andarán lejos este 2022/2023 de los 500 alumnos. De edades muy variadas, desde los tres años, acuden de muchos municipios de la comarca a este centro en la rúa Álvaro Cunqueiro, pero además la Escola da Rúa ofrece clases en varios concellos: actualmente Cabana, Vimianzo y Santa Comba, en este último caso desde el año pasado, pero con un crecimiento notable. «A xente ten ganas de facer actividades, de volver, vai in crescendo», valora Dourado. La pandemia no frenó esta afición por la música y tras estos dos decenios, «sen subir os prezos», como incide, parece claro que aquel proyecto suyo, «que parecía un atrevemento, unha loucura porque non había nada disto», se rebeló necesario. La vida y sus precisos cambios para bien.

«Estou súper contento, porque a intención é pasalo ben cos instrumentos e co baile, aprender, pero sen que sexa unha obriga. Divertirse, é o que fai falta», explica. Es lo que ha tratado de hacer siempre él con la música. Tiene dicho que no se imagina la vida sin ella y lo mantiene. Entre las clases en Carballo y las de los municipios suman una veintena de docentes, aunque varía, y esto ya es «unha empresiña». Mantuvieron algunas clases en julio y descansaron en agosto, pero lo del descanso en realidad no va mucho con Dourado, que también gestiona Madouma, empresa «de equipos de son». Toma por nombre sus iniciales. Manuel es técnico de sonido de artistas como Guadi Galego, De Vacas, Os de Abaixo o A Banda da Balbina, entre otros. Eso implica conciertos por toda Galicia, España y también el extranjero. En el Rockin’ o el reciente Xiria Pop saben de su buen hacer. Se alabó mucho el sonido. Solo en el mes de agosto, que sería cuando descansaría de la Escola da Rúa, fueron cincuenta conciertos y, el pasado fin de semana, siete. De una punta a la otra de la comunidad, «e iso todo hai que xestionalo, mover equipos dun lado para o outro...». Trabajo no falta, «faltan vacacións», es un esfuerzo, «pero é enteiramente culpa miña e síntome un privilexiado, porque vivo e fago o que sempre quixen facer, o que xa quería facer de cativo».

Para Dourado, el punto diferencial de la Escola da Rúa es que tratan de que sean «máis ca clases». Tocan mucho en grupo, graban cada año canciones que después se hacen acompañar de videoclips... Procuran brindar un servicio exclusivo, con no más de tres alumnos de guitarra por aula, por ejemplo. Instalaciones insonorizadas, instrumentos, amplificadores... Todo organizado para que el alumno esté cómodo y para que aprenda en un espacio lo más profesional posible, lo que es factible por la complementación de Escola da Rúa y Madouma: «Temos esa facilidade, o dispoñer deses recursos». En el estudio de Dourado se han grabado discos, como el reciente Desnortada de Rosalía Fernández, una calidad que se lleva a las abarrotadas actuaciones en la Praza do Concello, por ejemplo: «Se non miras cara o escenario, non che parece que sexan aprendices», sopesa.

Con todo este trajín, a Manuel hace años que ya no le queda tiempo de subirse al escenario como artista. «Á miña época de gaiteiro púxenlle un punto e aparte», ríe el que, entre otras cosas, fue artífice de la fundación de Inllar. «Ser técnico de son é como facer música, porque ti tamén decides musicalmente sobre cousas, é un pouco como un director de banda, decides quen soa máis neste momento, quen noutro...». Otra cara de una misma pasión.

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