Enrique Balsera y su burro Espíritu Santo, de camino a Roma vía Carballo

CLAUDIA TABOADA / S.G. CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO MUNICIPIO

basilio bello

Este cordobés se prometió tras una grave lesión que recorrería cinco lugares santos. Van ya cuatro

30 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace seis años, Enrique Balsera salió de su casa en Peñarroya-Pueblonuevo, Córdoba, sin un rumbo marcado. Sin teléfono, dinero o mapa, el (tal vez) peregrino más conocido de España se embarcó en un camino hacia la «honestidad de la vida». «Muchos me preguntan si hago el Camino de Santiago. No, ¡hago el camino de Enrique!», destaca el conocido como El Peregrino.

Tras sufrir una grave lesión por un accidente y una agresión posterior, Enrique estuvo un año sin poder caminar. Al recuperarse, se prometió a sí mismo que recorrería cinco lugares santos en agradecimiento, y ya lleva cuatro. Sin embargo, la religión no es lo que lo llevó a dar este paso: «Soy de todas las religiones, y no soy de ninguna. Lo que tengo es fe», comenta. Enrique destaca que ya triunfó en la «vida material» en su tiempo, y ahora su vida se centra en agradecer tres cosas: la salud, el tiempo y la libertad. «Antes era un preso de la sociedad», dice.

BASILIO BELLO

Desde los inicios de su peregrinación, siempre se ha fijado en no molestar, ya que no pide dinero y duerme, según sus palabras «en hoteles de miles de estrellas», las iglesias. Durante la pandemia tuvo que volver a casa, pero una vez mejoró la situación volvió a caminar. Desde hace tres años, junto a Enrique viaja un burro que le regalaron, llamado Espíritu Santo. «Es mi compañero».

El tiempo que no volverá

Tanto él como el burro han encontrado amigos durante ese camino. «En A Coruña le regalaron al burro una bufanda del Deportivo, y además, lo han hecho socio del club», destaca. Ambos hicieron una de sus paradas en Carballo, donde durmieron ayer y también anteayer. Ahora se dirigen hacia Santiago de Compostela, adonde esperan llegar el 6 de septiembre para celebrar allí el cumpleaños de Enrique. «Una vez llegue allí me pondré rumbo a Roma, mi destino final», explica. Pero lo cierto es que Enrique no se centra en el futuro, sino en el ahora y el tiempo que nunca volverá.