La pandemia no restó emoción al acto del 50 aniversario del Alfredo Brañas

Cristina Viu Gomila
Cristina Viu CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO MUNICIPIO

Acto por el 50 aniversario del Brañas, en diciembre del 2020
Acto por el 50 aniversario del Brañas, en diciembre del 2020 Ana Garcia

EDUCACIÓN |  Acudieron representantes de alumnos, docentes y personal del curso 70-71

23 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Se emocionó el primer director, Constantino Freire; la actual, Mónica Mariño; el organizador, el profesor Xan Fraga; el representante del primer claustro, el obligadamente jubilado José María de la Viña, y Mucha García, que ese curso 70-71 se ocupaba de la biblioteca. La que mejor aguantó el tipo fue Lucinda Andrade, que para compensar su aplomo tocó la fibra sensible al recordar de dónde venían esos primeros alumnos y el mundo que les abrieron los profesores del Alfredo Brañas.

Cincuenta años dan para mucho, pero quedaron muy bien concentrados en un acto íntimo por la pandemia en el que estuvo quien tenía que estar, pero en el que se echó de menos a los alumnos actuales, que se perdieron una auténtica cátedra de historia reciente y, quizá de sus propios orígenes. Constantino Freire descubrió sendas placas conmemorativas de barro de Buño, realizadas precisamente por una de las primeras alumnas, Carmen Isabel Labrador. Una de ellas está muy cerca de la exposición de olería que fueron dejando con los años estudiantes de la localidad alfarera. Han sido miles los alumnos que han pasado por el centro carballés y José María de la Viña quiso recordar a tres, con sus extraordinarias historias de superación.

El aniversario dio también para hablar de leyes de educación, como la que nació precisamente el año en que el ministro Villar Palasí inauguraba el instituto carballés, la tercera del franquismo, que sería sustituida por otras muchas hasta llegar a la Celaá. Demasiadas, dijo Xan Fraga.

La de entonces, hace ya medio siglo, favoreció, paradójicamente, «a liberdade e a igualdade de oportunidades» entre estudiantes que llegaban en muchos casos de centros privados, auténticos castillos de «disciplina férrea» y se encontraron con «métodos educativos innovadores» y con chicos y chicas que llegaban en autobuses de las aldeas. Fue Lucinda Andrade la que lo explicó. Ella estuvo allí esa primavera de 1970 cuando por fin se trasladaron al nuevo edificio, después de que los profesores arrastraran mesas y sillas desde el Fogar, la Escuela Hogar, donde acogieron a aquellos primeros 420 estudiantes y 16 docentes. Comenzaba para los chicos «os mellores anos da nosa vida».

Fue Constantino Freire el que terminó de componer el recuerdo de ese primer año, cuando llegó desde Astorga para hacerse cargo del instituto de Carballo. Tenía entonces 29 años y reconoció que por nada del mundo se hubiera perdido el acto de ayer.