El covid pone freno a 67 años seguidos del afilador Leonardo en la feria de Carballo

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO MUNICIPIO

Ana Garcia

No sabe si regresará a su puesto, pero al menos a corto plazo lo descarta. Es todo un símbolo en el mercado dominical

28 ago 2020 . Actualizado a las 16:29 h.

Las ferias, la del jueves y la del domingo, son uno de los elementos identitarios de Carballo, y Leonardo Cachaldora Blanco es uno de los símbolos de las citas dominicales. Cómo no serlo, si lleva 67 años consecutivos acudiendo a ella, de los 85 que tiene. Si figura, con la centenaria y llamativa rueda bajo el toldo en la esquina superior del jardín, frente al bar Abastos y el mercado, forma ya parte del panorama visual de varias generaciones de carballeses y de asiduos de la feria. Entre ellos, centenares de clientes con cuchillos, tijeras y otros elementos, a veces haciendo cola esperando el turno de afilar.

Pero Leonardo es más que eso, puesto que no quedan muchos como él en Galicia, formando parte de una estirpe de afiladores ourensanos, en su caso de Pereiro de Aguiar, que ha resistido durante siglos.

Pero a esos 67 años continuados le acaba de poner coto el covid. Primero, por razone evidentes, al quedar suspendidas las ferias (y buena parte de las actividades económicas y eventos al aire libre) desde mediados de marzo. Justamente la última a la que acudió fue la del 8 de marzo. Pero en la reapertura de los mercados, gradual y con estrictos controles de seguridad, en la segunda semana de mayo, ya no estuvo. Casi cuatro meses después, sigue sin venir. «A curto prazo, non vai volver, pero non sabemos se máis adiante irá a Carballo outra vez ou non», explicaba ayer su hijo Jorge, nacido en Malpica (donde Leonardo fue fontanero durante muchos años), con el que convive en Santiago. Era, además, el encargado de traerlo y llevarlo entre Compostela y la feria carballesa. Solo a él: la llamativa rueda de su trabajo, heredada del padre de Leonardo y que se mantiene en muy buen estado gracias a los trabajos de mantenimiento realizados con los años, está bien guardada en Carballo, a la espera de saber qué pasará en el futuro.

LA ÚLTIMA VEZ. Esta foto fue tomada el domingo 8 de marzo. Fue la última vez que Leonardo acudió a la feria de Carballo, ya que el estado de alarma se declaró a la semana siguiente y ya no hubo jornada ferial el 22, que era la fecha que le tocaba a continuación.
LA ÚLTIMA VEZ. Esta foto fue tomada el domingo 8 de marzo. Fue la última vez que Leonardo acudió a la feria de Carballo, ya que el estado de alarma se declaró a la semana siguiente y ya no hubo jornada ferial el 22, que era la fecha que le tocaba a continuación. SANTI GARRIDO

El problema, reconoce el hijo, es que tal y como están los repuntes de casos no parece muy recomendable exponerse a tratar directamente con el público, ya que la cercanía con los clientes es inevitable, lo mismo que el intercambio permanente de objetos. Por muchas precauciones que se tomen, el riesgo existe, y más en una persona no precisamente joven y que además tiene a su esposa enferma. Por eso, por cautela, sigue sin venir. «Claro que bota de menos ir a Carballo, é un fastidio todo isto!», confesaba ayer su hijo, pero no hay otra. Solo queda esperar. Mientras, su puesto de siempre está ocupado por vendedores de productos agrícolas. Porque esa es otra: como es sabido, ha habido que estirar y reubicar muchos los puestos para mantener las distancias de seguridad.