«A distracción dos serenos era correr detrás dos mozos»

Marta López CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO MUNICIPIO

ANA GARCIA

Foto con historia: Carreras de sacos por el San Juan de 1961 | «Nas carreiras de sacos caiamos seguido. O bo é que a esas idades non che doía nada!», diceun grupo de amigos de Carballo

26 may 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

La foto

1961. Un nutrido grupo de chavales carballeses de todas las edades posaban para la foto en junio de 1961, coincidiendo con las actividades de las fiestas del San Xoán. Ataviados con sus sacos, y sin presencia femenina, se disponían a participar en una divertida carrera. El recorrido no era demasiado largo, «e menos mal!», decían sus protagonistas hace unos días, porque las caídas se contaban por decenas. «E como non iamos caer, cos pés metidos aí dentro!», comentaban entre risas. En plena división por sexos, las chicas, entre tanto, se divertían jugando a la comba o a la mariola. «Cada un estaba ao seu», decían.

ARCHIVO DE RICARDO VILAS

Los protagonistas

Antonio Vilas, Manuel Barca, Manuel Vales, Julio Gómez, Antonio Arijón, Lecho Periscal y Ricardo Vilas fueron reunidos hace unos días, en la Praza do Concello de Carballo, para rememorar viejos tiempos y tomarse esta divertida foto (abajo). En la imagen original hay otros muchos nombres, algunos ya fallecidos y otros que emigraron o que viven fuera del municipio: «Víctor o Cepeiro, Antonio Vázquez Guillén, Roberto Labarta, Ricardo Pintor, Manolo Prado, Carlos Cambón, Pepiño Estrella, Manolito Pis Pis, O Cepeiro, Xustiño, Amadeo, Suso Vilas e Chito de Basi», enumeraba Ricardo Vilas, que fue el encargado de proporcionar la fotografía.

ANA GARCIA

La historia

¿Alguna vez, millenials, se han preguntado de qué manera pasaban el tiempo sus abuelos cuando eran jóvenes? Les parecerá inaudito que pudieran divertirse sin Netflix, sin Whatsapp o sin hacer un par de stories de Instagram por las tardes. Pero lo cierto es que se lo pasaban de lujo. «Non nos facía falta moito para pasalo ben», decían hace unos días un grupo de amigos carballeses que en el 1961 fueron retratados justo antes de iniciar una carrera de sacos. Coincidió por el San Xoán, pero se hacían todo el año, siempre que el tiempo lo permitiese. «Eran os xogos que tiñamos por aquel entón: os sacos, o balón ou a billarda. Xa que columpios non había... O único que ataras unhas cordas a unha póla!», comenta Julio Gómez.

Las carreras de sacos eran lo mejor. Aunque llamarles carreras, ya es mucho decir. «Menos mal que o percorrido era pouco, porque había caídas seguido. O bo era que a esas idades non che doía nada!», señala Antonio Vilas, aunque Lecho Periscal difiere: «Un ata os 50 anos é sempre novo. Eu ata os 60 sentinme un bebé», bromea. De hecho, en sus tiempos mozos fue un experto en puntería: «Agora non, que ando cun faro só [se ríe, señalando a su ojo malo], pero tíñanme que sacar do tipo porque non lles saía rendible aos feirantes!».

Por aquella época solo corrían chicos; las chicas, entretanto, jugaban a la mariola o a la comba. «Non podíamos mesturarnos, cada un estaba ao seu», apunta Antonio Vilas. De vez en cuando se sentaban en un banco doble que había en donde hoy está situada la Praza do Concello, y allí se contaban sus cosas. Aunque habituaban sentarse en el respaldo de piedra, en vez de en el asiento, y eso no gustaba demasiado a las autoridades. «Sempre nos sentabamos así. Gustábanos. Pero enseguida viñan os serenos correr detrás de nós. Era a distracción que tiñan», apunta Antonio Vilas. Su hermano, Ricardo, recuerda como en una ocasión los municipales rodearon a dos compañeros -«Tito de Félix e Tarzán»- «e un deles púxose a calcular cal dos [policías] era máis baixo, saltou por enriba e marchou por patas», narraba Vilas, entre risas, a sus compañeros de juventud.

A varios de ellos también les tocó formar parte de la comisión de fiestas del San Xoán, y además de tener que hacer de cabezudos y de surfear entre intereses particulares, también tuvieron que hacer frente a alguna que otra «liorta». Como el boicot que en una ocasión les hicieron las barracas, que por no querer participar en una subasta pública, decidieron no presentarse. «Nunha ocasión, como eu non lles deixaba montar o chiringo ata que pagasen, rodeáronme. Non as vin todas comigo! Pero avisei aos de aquí e algo de respecto puxéronlle», rememora Antonio. También recuerdan haber ayudado a un grupo de niños portugueses desfavorecidos: «Andaban pedindo polas rúas, así que nós levámolos ao río, lavámolos e comprámoslle roupa. Despois levámolos a comer uns bocadillos. Moito nolo agradeceron».