La asociación San Cristovo de Carballo dice adiós definitivo tras 25 años de historia

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO MUNICIPIO

ANA GARCIA

La desaparición se venía gestando desde el año pasado, pero la estocada final llegó esta semana

05 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La histórica asociación cultural San Cristovo de Carballo ya es historia, tras 25 años de actividad. La primera asamblea fue en noviembre de 1993, y hace un tiempo la ya exdirectiva se había planteado celebrar las bodas de plata de algún modo. Acaso como un sarcasmo del destino, esa conmemoración ha sido cerrar cuentas y registros y liquidar definitivamente los bienes.

La entidad fue el alma del barrio. Ahí se formaron muchos niños en clases de baile y música tradicional. La Romaría do gaiteiro era una cita multitudinaria. Los cursos de gimnasia congregaban a un buen número de vecinos, cuando este tipo de clases aún no estaban institucionalizadas. La fiesta del carnaval, el magosto, pilates y zumba en los últimos años, actividades de Navidad, exposiciones, la Escola de Verán... Todo ello gracias al entusiasmo de muchos vecinos del barrio norteño del casco urbano carballés, con épocas estables de más de 160 socios. Todo ello, gestionado desde un local de los bajos de la iglesia de San Cristovo, que ha funcionado como su sede.

Pero todo tiene un fin. Ya se auspiciaba en octubre del año pasado, cuando nadie quería tomar el relevo y se mantenía gracias a una gestora que encabezaba Dolores Abelenda Rodríguez. En una asamblea celebrada en septiembre del 2017, de los 14 asistentes, siete eran directivos. Fue cuando se constató que no había interés ni parecía que iba a haberlo.

Desde entonces hasta ahora, San Cristovo quedó en una especie de limbo, a la espera de cerrar todos los temas legales e incluso por si, como un milagro, aparecía alguien. «Pero nada de nada», lamenta Dolores. Han ido vendiendo material, como el tambor, y otro aún está a la espera, como el bombo. Hay algunos elementos pendientes, que pueden ir a un gimnasio, y quedan pelotas de pilates. El martes cancelaron la cuentas; el miércoles dieron todo de baja en las oficinas de Cultura, con la cuentas entregadas. Y el dinero que tenían se ha repartido entre dos asociaciones, Afaber y Apem. La primera la preside Suso Villar, quien además fue uno de los impulsores de la entidad y directivo, y que ayer se lamentaba amargamente de su desaparición, por todo lo que supuso para el barrio en otros tiempos, tal vez más unido que en la actualidad. No solo a él: «A min párteseme a alma», decía Dolores. Por la desaparición y porque «ninguén quixo facer nada. Ninguén se preocupou por continuar cos magostos, coa escola de verán...». El local queda ahora, de nuevo, en manos de la parroquia.