«Mucho móvil y mucho wifi, pero la emoción sigue siendo analógica»

Marta López CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO MUNICIPIO

David Ruiz

Con «Crimen y telón» (hoy, Pazo da Cultura, 20.30 horas) esta compañía madrileña, vieja conocida del FIOT, hace un homenaje al teatro más puro. Lo cuenta uno de sus actores, Daniel Rovalher

11 oct 2018 . Actualizado a las 13:21 h.

«Comprarse una entrada es una muy buena forma de invertir en cultura: llenar salas de cine, de teatro, espectáculos de ballet...», opina Daniel Rovalher, uno de los actores de Ron Lalá, que hoy presentará en Carballo su nueva producción Crimen y telón. Un thriller de género negro con el que, dice el actor, alcanzan una cierta «madurez».

Además de a la interpretación, Rovalher se dedica también a la formación en materia musical y tiene varios proyectos en marcha en este sentido. Llega a Carballo como a una «segunda casa».

-Una apuesta arriesgada y alejada de la línea que han seguido sus últimas producciones.

-Es muy distinto a todo lo que hemos llevado al FIOT hasta ahora, pero también es una forma de madurez que alcanza la compañía. Hemos fusionado nuestros orígenes, esos elementos más «nuestros» y hemos hecho un homenaje al propio teatro.

-¿Contentos de volver a Carballo? Ya se ganaron el favor del público en alguna ocasión...

-Carballo es como una de nuestras segundas casas. Nos reciben muy bien y ya conocemos a todo el maravilloso equipo del festival. Además, se respira mucho teatro.

-Háblenos del argumento.

-Pues se inicia la obra con la muerte del teatro en el 2037, en un futuro distópico en el que la Agencia Anti Arte ha tomado el poder y se ha prohibido todo tipo de expresión artística. A partir de la muerte del teatro se desencadena una investigación, con el detective Noir, en la que los primeros sospechosos son los propios espectadores. A partir de esa investigación descubrimos cómo es el teatro, cuáles fueron sus orígenes y cómo es el teatro como personaje. Es una historia muy entretenida y en la que como espectador hay que estar muy atento.

-¿Cuál es su papel?

-Pues estás hablando con el teatro [ríe]. Ese es mi personaje.

-El texto es propio, además.

-Salvo la adaptación que hicimos del Quijote y la obra Cervantina, nuestras producciones se basan en textos propios. En este caso es de nuestro escriba [ríe] Álvaro Tato, y además ha sido editado por Antígona y lo vendemos como parte de nuestro merchandising. También nuestra música es original. Ron Lalá implica trabajo en equipo desde el minuto 1.

-Novedades importantes en cuanto a la escenografía.

-Como novedad, y es algo que no habíamos hecho en ninguno de nuestros espectáculos, los técnicos aparecen como parte del elenco. Si se trata de un homenaje al teatro, como mencioné, ¡Cómo no acordarse de los técnicos!

Tenemos la gran suerte de poder seguir creciendo y nos gusta trabajar sin limitaciones. No tenemos miedo a nada: si hay que hacer un espectáculo con cajas de cartón, se hace; si hay que aprender a tocar algún instrumento nuevo para introducir en escena, también se hace.

-La música es un elemento fundamental para Ron Lalá.

-Siempre. Nunca puede faltar y juega un papel en un porcentaje altísimo, y siempre nos imponemos la obligación moral y ética de representarla en vivo. La incluimos dentro de la propia escena y no lo escondemos, todo tiene un porqué.

-2037: un futuro distópico en el que las artes están prohibidas. Se entrevé una reivindicación en favor de la cultura.

-Por supuesto. Nos preguntan mucho si hemos elegido esta hipótesis tan cruda porque pensemos que las artes están así de mal. A ver, mal han estado desde siempre, y siempre han sido como el patito feo al que nadie hace caso y con unos presupuestos muy limitados. Ha sido siempre así, pero... el teatro nunca ha muerto, y no lo hará mientras nosotros no lo queramos. Además, es absolutamente necesario. Por mucha tableta y mucho móvil, somos analógicos y la propia emoción es analógica.

-Por fortuna todavía no se puede piratear el directo.

-Todavía no. Aunque las compañías te digan que se han inventado un sistema para transportarte a una cocina de la época medieval... ¡Eso ya lo hace el teatro!. Es imposible de reproducir esa cercanía, ese calor que te da.