Ola de solidaridad con Mario, su mujer y su hija

santi g. rial CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO MUNICIPIO

Los vecinos de Carballo se vuelcan en ayudar a una familia que llevaba cinco días en un coche

20 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Mario es un joven de 23 años que, hasta ayer, llevaba cinco días pidiendo en una calle de Carballo. «Pido para comer», se leía en el cartel que lo acompañaba en una esquina de la calle Fomento, al lado de la plaza de Galicia, y junto a una maleta aparentemente llena de algo. Ayer por la mañana se animaba a contar un poco de su vida y situación, en un español muy correcto, pero sobre todo a base de frases cortas y de bastantes monosílabos. Un poco abrumado, también.

Mario hablaba rodeado de vecinos que se enteraron de su situación y se movilizaron para ayudarlo. No era para menos: llevaba esas cinco noches durmiendo en un coche, a pocos metros del Pazo de Cultura, junto a su mujer y su hija de 19 meses. Algo nunca visto en la localidad, a pesar de que la mendicidad itinerante (hay quien la define como profesional) empieza a ser perceptible y frecuente en la capital de Bergantiños, algo inexistente hace apenas un decenio. La existencia de la niña fue sobre todo lo que motivó una ola de solidaridad a través de las redes sociales que se traducía en ofrecimientos muy diversos de ropa, comida y dinero.

Mario contaba por la mañana que es natural de Bulgaria, de un pueblo a 45 kilómetros de Sofía, la capital, aunque su documento de identidad es rumano (y su último censo correspondía a una ciudad de Castilla y León), la nacionalidad de la mujer. Lleva tres años en España, sobre todo en el campo y la construcción, «haciendo de todo». Antes de llegar a Carballo estuvo en A Coruña, y fue ahí donde le dijeron que acudiese a la localidad bergantiñana a buscar trabajo. Como no le aparecía nada, empezó a pedir, explica. Asegura que tiene conocidos a los que aún no ha podido ver, y que lo que le gustaría es tener un trabajo en la construcción. Ha buscado alquiler en varias webs, pero sin resultado. «A ver si sale algo», señala. Explica que los tres están bien, que tienen algo de dinero para ir tirando. Y añade que sus papeles están correctos, que la niña tiene ya todas las vacunas, puestas en A Coruña, y que la gente le está ayudando mucho.

Todo eso lo contó poco después de las diez de la mañana. Minutos más tarde, desde Cáritas se interesaron por su situación. Hablaron con él en el despacho parroquial y le ofrecieron habitación en el albergue que gestionan, además de alimento en el comedor social. Incluso encargaron la comida para mediodía, pero ya no aparecieron. También la Policía Local se interesó por ellos. Y el día anterior lo había hecho la responsable de los Servizos Sociais municipales, ofreciéndole la ayuda y asesoramiento necesarios.

A primera hora de la tarde, ni los vecinos que se movilizaron para echarles una mano ni en la parroquia ni en el área social municipal sabían nada. No contestaba llamadas ni mensajes. Y las especulaciones iban en el sentido de que se había asustado al ver tanta atención, de repente, sobre él, y tal vez también angustiado ante la posibilidad de que alguna institución actuase al haber por medio una menor. Pero eso solo lo sabe él, y todos estaban a la espera.

Los vecinos que más se han movilizado para buscarle ayuda tampoco lograban ayer por la tarde contactar con él. Y eso que le han conseguido un compromiso de trabajo en la construcción y además quieren darle ropa, comida y dinero para que pueda pagar un piso o un hostal.