
Crónica del concierto en Carballo, con un lleno total de las plazas y público de pie
05 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.El cantor berciano Amancio Prada volvió a Carballo con una zanfoña del XVIII y una guitarra española. Durante una hora y 40 minutos desgranó canciones parisinas -aquellas que conoció en su rica etapa francesas-, lorquianas y rosalianas, además de cantigas de la lírica tradicional gallego-portuguesa. Todas, impregnadas de glosas y recuerdos de actuaciones anteriores en la localidad, desde el Alfredo Brañas hasta el Pazo. Una pena que la amplificación estuviese alta, resultando dura y metálica, aunque el recital se escuchó bien.
Con voz potente y arriesgada empezó cantando Caravel de caraveles, que dedicó a la memoria de su amigo carballés José Manuel Eirís. Habló de su infancia en el Bierzo, aquel mundo rural donde las vacas tenían nombres como La Mora o La Navarra, del rico cancionero gallego y de lo mucho que siempre cantó Galicia. Citó a su madre -Teresa-, a su abuela Nieves y a su padre. Rememoró una vez más cómo ganó aquel festival palentino en Alar del Rey -cantando Pra Habana-, con cuya dotación de diez mil pesetas pudo comprarse la guitarra que le había entrado por los ojos en Valladolid. Cantó al poeta y académico de A Terra Chá, Darío Xohán Cabana, a Leo Ferré, a Chicho Sánchez Ferlosio y a Agustín García Calvo. Predicó sobre los afectos y las fronteras, reivindicando más abrazos entre los pueblos. Elevó la emoción de los asistentes que llenaban la plaza con la Salutación elegíaca a Rosalía de Castro, texto del poeta granadino que «se enamoró» de Galicia. Hizo un alarde musical en Leliadoura, con la sexta cuerda afinada en re (en vez de en mí), hasta que se perdió en el canon final y el laberinto del encuentro medieval amoroso…
Pasó por la Negra sombra, hizo sonar las Campanas de Bastavales y manaron los ríos y las fontes y los regatos pequenos. Esta última pieza la dedicó el artista a «todos los que ya no están con nosotros». Amancio Prada hizo especial énfasis en el creador de los Seis Poemas Galegos -versos a los que puso música y grabó en 2013- y su adoración por la poeta de Santiago y Padrón, a la que Lorca le envió y Amancio cantó «claveles atados con rayos de sol». Tras la intensidad dramática del mundo pradiano, los asistentes acompañaron con palmas Un repoludo gaiteiro. El bis de cierre lo protagonizó Libre te quiero, otra de sus canciones señeras. Las rosas blancas de Ximena alfombraron su escenario una vez más. Y al día siguiente, el trovador se llevó en su equipaje pan de Carballo.