Las fuentes ya pueden manar

Santiago Garrido Rial
Santi Garrido CRÓNICA

CARBALLO MUNICIPIO

08 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde el viernes, Galicia ya no está en prealerta por sequía. Puede sonar raro, pero en pleno mes de abril, y con la que ha caído, todavía se mantenían activos los controles de gastos del agua. Sí, aquí, justo tras terminar un invierno en el que, según la estación de medición de Rus, ha llovido 90 días, frente a los 70 del ejercicio anterior. En el que los embalses más importantes están al 80 % aproximadamente, y bien podrían estar al 100 % si no hubiese que turbinar y aprovechar bien el Xallas. Un invierno que ha dejado el lago de As Encrobas alto y claro como una patena. Que en recodos del Anllóns en Carballo, donde los cormoranes suelen enfilar la pista de aterrizaje hacia su base de A Revolta, las cheas han sido casi permanentes. Donde tantos vecinos que hasta diciembre rogaban a diario por la lluvia ahora lo hacen por el sol. Esto último no es ninguna sorpresa: somos de memoria selectiva y cortoplacista. Solo activamos el largo plazo para la nostalgia y siempre filtrando lo bueno. Algo de razón hay, pero no para el disfrute, sino para cultivar las leiras como se merecen. A estas alturas aún hay muchos que no han plantado la huerta: auguro berzas tardías y pequeñas, ya veremos.

Sí, este invierno tan particular, que empezó con alerta declarada y con camiones surtiendo numerosas casas de Carballo, como en la vida se había visto, ha tenido lluvia a raudales, pero técnicamente seguíamos estando en sequía, aunque solo fue para evitar tomar medidas de despilfarro esperando a que se recuperasen los caudales totalmente. Por eso, por ejemplo, en Carballo no funcionan aún las fuentes ornamentales. Van a hacerlo ya, si no han empezado. Desde junio del año pasado están paradas. Es un tema menor, pero la estética también ayuda a disfrutar de los espacios públicos. Casi un año. Recuerdo que en diciembre el concejal carballés Luis Lamas auguraba que justo después de Reyes se reactivaría la normalidad. Poco más y son los del 2019.

Ahora, esperemos que vuelva la normalidad. Por ejemplo, un mes de mayo sin llover. ¿Apostamos a que volveremos a lamentar la sequía y a implorar por el agua, sin esperar a que se vayan cumpliendo los ciclos, esos biorritmos naturales? Y, sobre todo: ¿apostamos a que de nuevo, en ese hipotético caso, de nuevo habrá muchas casas que se queden sin agua y deberán ser surtidas de nuevo? Porque aquí somos como somos y no me extrañaría que se hayan descuidado obras en depósitos, traídas y pozos y volvamos a las andadas. Pero seguro que no. Seguro que, con la lección bien aprendida, con las alarmas desatadas durante meses, se han adoptado los mecanismos privados y públicos necesarios para afrontar otra posible sequía. ¡Faltaría más, vamos!