La Costa da Morte tiene el cielo menos contaminado de todo el litoral español

Marta López CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO MUNICIPIO

Ana García.Ana García
Ana García Ana Garcia

Un informe revela que esta zona costera sufre una muy baja polución lumínica

23 mar 2018 . Actualizado a las 10:23 h.

El placer de tumbarse en el campo y observar el cielo estrellado en una noche de verano se ha convertido en un bien inmaterial de muy preciada cotización. Cada vez resulta más complicado obtener buena visibilidad del firmamento, y se consigue apenas en puntos aislados del litoral y en el interior de las provincias de Lugo y Ourense, con suerte. La contaminación lumínica es la gran culpable, aunque por fortuna la Costa da Morte entra todavía en el club de las «zonas oscuras».

Lo reveló un informe realizado por el doctor en Geografía Física por la USC e investigador en la Universidad de Porto Dominic Royé, en el que afirma que el cielo de la comarca es el más limpio de todo el litoral español. Hay varios factores evidentes que derivan en esta circunstancia, y la baja densidad de población es uno de ellos. Además, la inexistencia de grandes núcleos urbanos -a excepción del área de Carballo- también ayuda; como también lo hace la climatología. El astrónomo Borja Tosar explica que en una zona lluviosa o fría hay más probabilidades de ver el cielo con más claridad, puesto que la lluvia limpia las partículas de polvo que están en suspensión en el aire, y lo mismo sucede con las rachas de viento.

El astrofotógrafo Óscar Blanco, por su parte, indica que las zonas de costa son habitualmente una buena opción para ver las estrellas por una sencilla razón: si miramos hacia el mar, a no ser que haya un barco en ese preciso instante, todo lo que veremos serán kilómetros y kilómetros de oscura agua. «Aínda que na beira do mar ás veces hai calima ou brétema que entorpece algo a visión». La luz de los faros, pese a que son lugares muy frecuentados por los aficionados de la astrofotografía, también ejercen un efecto contraste que, aunque disipa en cierto modo el resultado final, resulta de lo más interesante.

Para Óscar Blanco el norte de la provincia de A Coruña, la mariña lucense y las Illas Atlánticas (con calificación Starlight) son lugares de excepción, «Aínda que a Costa da Morte é sen dúbida un dos meus preferidos», junto con la montaña luguesa y Pena Trevinca.

Mucho se habla de la contaminación atmosférica y de las maneras de frenarla, pero muy poco de los efectos nocivos que puede tener el exceso de luz en el ambiente. Para Borja Tosar, este es un aspecto que debería preocupar mucho más a la sociedad: «A luz converteuse nun símbolo de progreso, pois vimos de séculos nos que non existía o alumeado eléctrico, pero é que se están facendo auténticos descalabros».

Punta Nariga, un lugar venerado por los astrofotógrafos

Por lo general el litoral de Bergantiños, Soneira y Fisterra es una opción muy socorrida para los amantes de la observación astronómica, pero hay algunos puntos en los que la delicia de tumbarse a ver el cielo estrellado se disfruta todavía más.

Zonas alejadas de la mano del hombre. El fotógrafo gallego Daniel Llamas puso el foco, nunca mejor dicho, sobre Punta Nariga al conseguir colar una de sus fotos entre las mejores de un reputado concurso internacional. El mismo escenario escogió Carlos F. Turienzo, y ganó el Jeff Mitchum Fine Art Award. Un punto que se ha puesto de moda, sobre todo entre los amantes de las instantáneas nocturnas. También, cuenta Óscar Blanco, la zona de costa entre el Cabo Vilán y Camelle; el Cabo Touriñán o la playa de Nemiña. Todos ellos comparten una característica común: guardan una distancia prudencial con núcleos de población, por lo que no se ven afectados por el exceso de luz artificial.

Algunos consejos. No hace falta mucho para disfrutar del firmamento: apenas unos prismáticos -no se necesita un telescopio, ya que pueden apreciarse a simple vista- y una buena tumbona o una esterilla para echarse a ras de suelo y así poder abarcar más campo visual. Se recomienda elegir, evidentemente, una noche despejada y en la que no haya luna, ya que la luz proyectada sobre el satélite es demasiado fuerte. Además, en caso de querer ver la Vía Láctea en todo su esplendor, es mejor elegir una noche de final de verano, ya que a principios de la temporada estival puede verse solo mirando hacia el interior.