La zona de la movida de Carballo

Antonio Longueira Vidal
Toni Longueira CRÓNICA

CARBALLO MUNICIPIO

13 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Residí en la Rúa da Estrela de Carballo durante tres años y medio. Muchas cosas, buenas y no tan buenas, que sucedieron en ese corazón de la movida carballesa las viví en primer persona. No me las contaron. Es más, residía en un primer piso, justo encima de un pub. Cuando decidí vivir en aquel piso sabía que no iba para una calle-convento ni mucho menos, sino que tendría que soportar ciertos ruidos los viernes y sábados por la noche. Pero una cosa era soportar ciertas cosas y otra muy diferente, no poder conciliar el sueño durante horas. O tener que dormir con unos tapones en los oídos porque al DJ de turno no se le ocurría otra cosa mejor que poner a las seis de la mañana a David Guetta o Avicii a todo trapo. Recuerdo que durante un mes había un tipo que se dedicaba a dar fiestas privadas en el pub en cuestión hasta las ocho y media de la mañana de un domingo sin que lo supiera ni el dueño del local ni la persona a la que se le había arrendado el pub. Hasta que no me quedó más remedio que avisar a la Policía Local. Y como a mí, supongo que le sucede a muchos vecinos cada fin de semana, incapaces de conciliar el sueño y descanso al que tienen derecho.

Pero no es menos cierto que no todos los que tienen un local se saltan la norma a la torera. Ni se puede meter a todos en el mismo saco. Algunos propietarios de la Rúa da Estrela han invertido gran parte de sus ahorros en arreglar el local, dotarlo de todas las medidas de seguridad, insonorización, con limitadores de volumen en los equipos de música... Algunos han recurrido a una hipoteca y sus negocios se han convertido en la principal fuente de ingresos de sus familias. Ahora bien, también los hay que no tienen escrúpulos. Les importa poco saltarse las normas, como la de horarios de cierre o ruidos. Algún establecimiento de la Rúa da Estrela acumula la friolera de 13 denuncias en un año y a sus gestores parece que todo les tira de un pie. Les da igual que los multen, que los vecinos no duerman. Claro que si actúan así es porque les es rentable. Hay una compensación económica detrás de tanta infracción acumulada. Un hostelero me comentó ayer que no se podía medir a todos por el mismo rasero. Que sí, que hay multas y todo eso. Que el que más y el que menos alguna infracción ha cometido. Pero 13 en un año es faltar el respeto a vecinos y al resto de negocios. El problema es que ni el resto de hosteleros denuncian estas prácticas irregulares, ni existe una asociación fuerte que las canalice, ni tire de las orejas al que las incumple. Los únicos que protestan y denuncian son los residentes, hasta arriba de tanto ruido. Y claro, parecen los malos de la película porque denuncian, denuncian y vuelven a denunciar. Y no, los culpables son los que infringen las normativas municipales, empezando por el que suma 13 expedientes. A lo mejor alguien en el Concello debería ponerse duro y empezar a cerrar locales. Sería la mejor forma de decir que algo está cambiando y, sobre todo, un claro aviso a navegantes.