En sus artículos y ensayos, el geólogo asturiano Jaime Izquierdo Vallina advierte de los peligros de la despoblación del campo
10 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.Jaime Izquierdo Vallina (Infiesto, 1958) lleva muchos años llamando la atención, a través de libros y artículos, sobre la despoblación de la zona rural. El martes estará en el Casino presentando La gestión creativa del cabreo y al día siguiente acudirá a la Casa da Xuventude de Carballo para participar en una jornada en la que se hablará sobre el concepto de ruralidad, empleo y juventud y el minifundismo en positivo.
-¿Han conseguido que la defensa de la ruralidad se extienda a la gente de la ciudad?
-No lo hemos conseguido porque la ruralidad está al borde de la decadencia, vamos avanzando hacia el declive. Pero es la ciudad la que tiene que tomar las riendas de la defensa de la ruralidad, pero tiene que hacerlo sin exportar al campo modelos urbanos, que es una de las cosas que ha sucedido.
-¿Por qué nos fuimos de la zona rural?
-Porque la ciudad ha triunfado en todo el mundo. Los modelos económicos de concentración que propicia la revolución industrial hacen que la urbe sea el lugar idóneo en el que triunfe el modelo de desarrollo actual. A las ciudades y a las fábricas llegan a trabajar de todos los pueblos y ese proceso de intensificación al final acaba haciendo que los pueblos desaparezcan. Además, en las zonas rurales también se intensifica el modelo de trabajo en el campo.
-Llevamos muchos años en esa dinámica. ¿No hay manera de detenerla?
-En lo que yo escribí aparece cómo podrían ser las nuevas relaciones entre el campo y la ciudad, son ensayos y propuestas, posibilidades, no hay nada concreto. Hay un principio que es que los problemas tan complejos como este no tienen soluciones sencillas. En el Senado pedí que se dejada de hablar de despoblamiento rural porque ya se ha producido y que habláramos de recolonización. Acabo de escribir un artículo sobre esto, pero estamos en el ámbito de las posibilidades. Cuando llegas a un pueblo en el que la persona más joven tiene 65 años ya sabes lo que va a ocurrir en los próximos 15. Hay que plantear condiciones para la vuelta al campo. Es la única solución.
-En los momentos más duros de la crisis, muchas familias volvieron al campo.
-En las dificultades, el campo se convierte en el lugar de refugio, el mal menor, pero en el momento que se supera la crisis la gente vuelve a marchar. El balance general es el que es, la ciudad triunfa, que la gente vuelve al campo porque no le queda otra.
-¿Por qué la gente no quiere quedarse?
-La ciudad es un elemento de atracción para la gente por algo que ha había definido Abraham Maslow, que las posibilidades de sociabilidad, de relación y de autoafirmación son mayores en la ciudad que en el campo, pero eso es desde que el mundo es mundo. Tenemos un problema grave. La Revolución Industrial ha acelerado el proceso porque la economía no tiene otra función que la concentración. ¿Cual es la consecuencia de todo eso? El abandono y lleva a situaciones tremendas como lo que estamos viviendo, procesos de incendios voraces, asilvestramiento de antiguos campos de cultivo... Empezamos a percibir en la ciudad que las políticas no pueden ser estrictamente urbanas, tienen que ser también rurales y estamos muy lejos de entender eso. Por eso me dedico a escribir ensayos, para advertir del riesgo tremendo de promover solo economías urbanas.
-¿Qué se puede hacer?
-Hay que empezar a pensar en lo rural porque los fuegos van a llegar a la ciudad, casi acaban de llegar a Vigo. Empezamos a ver como un riesgo los cambios que provoca el abandono. Ha llegado el momento de pensar de forma distinta.
-¿De qué depende que se equilibre el modelo?
-Que vaya gente a la zona rural y lo que hace que vaya es la posibilidad de tener ingresos, la economía. Tenemos un problema de modelo de desarrollo importantísimo. Todas las economías están previstas para la ciudad y la concentración y hace mucho tiempo que estamos en esta situación. En Dinamarca, cuando lo vieron venir si se montaba un centro de investigación no lo hacían alrededor de las ciudades sino en medio del campo, en un pueblo pequeño, para evitar que la gente se marchara.
-¿Estamos a tiempo?
-Yo tengo días que creo que sí y días que creo que no. El tiempo ya nos domina. La única salida es la recolonización, que vuelva la gente al campo. Carlos III ya lo hizo con un territorio abandonado como Sierra Morena. ¿Tenemos capacidad en España de entender eso? Y, ¿de dónde tiene que venir la gente?, que esa es otra. Eso lo había planteado Múgica, el presidente de Uruguay. Si América Latina se colonizó por europeos, porque Europa se niega ahora a acoger gente de fuera.
«Es como si llevas un cadáver a urgencias»
El auge del turismo rural no parece resolver casi nada. «El turismo rural ha sido un factor de desarrollo, pero la mala es que impone modas urbanas. El turismo, por lo general suele ser bastante depredador, desde el punto de vista cultural, acaba anulando identidades. El reto es que eso no suceda y el rural no se convierta en un parque temático», dice Jaime Izquierdo.
-¿Está pasando?
-En algunos casos, sí. ¿Qué queda de la identidad de las islas Cíes? Los primeros pobladores... Los parques nacionales tienen a tematizarse, a convertirse en focos de interés urbano.
-¿Y los que vuelven a la aldea los fines de semana?
-Esos son aliados porque no han perdido la condición rural o no deberían haberlo hecho. El término neorural me gusta trastocarlo, porque todos somos en realidad neourbanos, si tenemos en cuenta que vivíamos en los pueblos.
-Pero ahora está de moda la alimentación ecológica...
-Una cosa es vivir en la aldea y otra vivir de la aldea. En la medida que eso triunfe lo hará el rural, pero no nos vamos a engañar. El 90 y pico por ciento de la alimentación viene de las grandes superficies y de los elementos intensivos.
-¿Qué fuerza pueden tener los movimientos ciudadanos?
-Son muy incipientes aún y ciudadanos, que son los que están marcando la tendencia, pero no tenemos políticas públicas. Se acaba de constituir en el Gobierno del Estado una unidad que se llama comisionado para el despoblamiento rural y se constituye ahora, cuando la situación está como está. En Francia aplicaron las políticas, pero ya en los años 60, cuando empezaba. Ahora montamos una comisión. Es como si llevas un cadáver a urgencias, que es lo que creen que se puede hacer.