El abandono de perros de caza aumenta cada año en la comarca

Sofía Caamaño / S. G. CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO MUNICIPIO

Alba Romero

La protectora de Carballo también detecta más animales dejados a su suerte en playas

16 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

De los 210 perros que están en las instalaciones de la Asociación Amigos de los Perros de Carballo, en Bértoa, la gran mayoría son de caza. Araceli Vila, fundadora de la entidad, asegura: «No momento en que este tipo de cans deixan de ser útiles para os cazadores, moitos deles abandónanos». Y es que en la sede de Amigos de los Perros, se mire dónde se mire, hay algún can de este tipo y de diversas razas. Vila relata que una vez terminan las pruebas cinegéticas, al año o año y medio, «se non hai nada que facer» simplemente se desentienden de ellos y los dejan a su suerte en los montes. Además, asegura: «Estes cans téñenlle medo os homes, ás mulleres non. Por algo será». Es una práctica muy extendida entre unos cuantos aunque, por suerte, la gran mayoría de cazadores sí respeta a sus animales.

No son solo los de caza los perros que se abandonan. Araceli asegura que recibe, de media, unas 10 o 15 llamadas al día de gente que ha encontrado algún animal desprotegido, muchos de ellos en las playas, o que tiene algún gato o perro del que se quiere desentender, y con el que no sabe qué hacer. «Eu axudo cando podo, pero ás veces non teño espazo suficiente», asegura. Pueden llegar a realizarse alrededor de cien adopciones al año, pero, «¿iso que importa, se a xente segue abandonando?», se pregunta.

Para la responsable de la entidad, la sociedad «non está concienciada sobre o que supón desentenderse dun animal deste xeito». Con ella, en la asociación, trabaja José Manuel Sánchez, que comenzó a colaborar hace un par de meses como voluntario. Asegura sobre la labor que realiza: «Psicoloxicamente apórtame moito e dáme moito amor». A pesar de no llevar tanto tiempo en la entidad, se conoce prácticamente los nombres de los 210 perros que viven allí, aunque «ás veces olvídaseme algún, pero intento recordalos».

Cuando José Manuel abre una de las verjas para dejar salir a algún can, se empiezan a escuchar, al unísono, los ladridos de todos sus compañeros. «Algúns dos cans que hai aquí levan máis de dez anos», cuenta Araceli. Uno de ellos es Pico, que llegó a la protectora cuando todavía era un cachorro y no ha encontrado a una familia que lo adopte. «Polo xeral, é máis difícil conseguir que a xente se leve a os cans vellos», señala Araceli. Además, muchas personas tienden a desentenderse de los animales que están más mayores. «En vez de darlles unha xubilación digna, deixan de facerse cargo deles», relata.

Algunos de los perros que descansan en la asociación tienen historias muy duras. Antón, que llegó hace cinco años, fue encontrado con el cuello cortado por una cuerda: «Puxéronlle iso no pescozo, atárono a unha árbore e o animal, intentando liberarse, abriuse parte da pel».

Amigos de los Perros tiene unos 180 socios. Gracias a sus aportaciones monetarias, a alguna que otra donación y a los mercadillos que realizan, se sustentan económicamente, aunque a veces «é difícil cubrir todos os gastos». De hecho, para adoptar es necesario firmar un contrato y abonar 60 euros para cubrir los gastos del microchip y vacunas. Cantidad que, en muchas ocasiones, «é insuficiente», y la diferencia la cubren ellos. Tampoco cuentan con un veterinario que acuda a las instalaciones. Son ellos quienes tienen que trasladar a los animales a A Laracha o Carballo si hay urgencias. A pesar de todo, a Araceli le reconforta lo que hace: «Encántanme os cans, eu crieime entre animais».

«La primera vez que la cogí y me lamió, supe que se iba a venir conmigo»

Si ayer había en la asociación Amigos de los Perros de Carballo 211 ejemplares, hoy la cifra se reduce en uno gracias al gesto de José Costa, que decidió adoptar a Linda, un cachorro que, hasta el momento, habitaba las instalaciones de la entidad. A José siempre le fascinaron estos animales. «A lo largo de mi vida he tenido por lo menos 12» relata. La semana pasada murieron sus dos perritas y, a pesar de que en casa le decían que no querían más mascotas, él estaba decidido a adoptar. Tan pronto vio a Linda se enamoró. Fue encontrada en un contenedor de basura en Caión y ahora se va para Sofán. «La primera vez que la cogí en brazos empezó a lamerme y supe, en ese momento, que era ella la que se iba a venir conmigo».