Bañistas abandonados a la buena de Dios

Antonio Longueira Vidal
Toni Longueira CRÓNICA

CARBALLO MUNICIPIO

22 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La Costa da Morte posee magníficos entornos y playas que para sí ya quisieran en otros sitios, a los que se les da tanto bombo mediático. Recuerdo cuando, hace ocho años, en Lanzarote me vendían la playa del Papagayo como si fuera la octava maravilla del mundo. Había que visitarla sí o sí. No te podías marchar de Lanzarote sin dar un garbeo por ella o pegarte un baño. Y puedo asegurar que en la comarca hay arenales mucho más hermosos y paradisíacos. No necesitan recurrir a los «me gusta» de Facebook. Zonas hermosas que invitan al paseo y al baño y que son visitadas cada año por miles de turistas que buscan algo diferente. También son arenales perfectos para la práctica de deportes náuticos. Escenarios privilegiados para los amantes del surf.

Pero detrás de tanta belleza también se esconde el peligro. Son muchos los pescadores deportivos, peregrinos, surfistas o simples bañistas los que se han dejado la vida en los últimos años. Muchas de estas playas están catalogadas como peligrosas y, pese a que las incidencias se suceden, continúan sin tener vigilancia.

Y lo que resulta inconcebible es que nadie adopte medidas. Se me vienen a la mente Soesto, Traba, Nemiña, Mar de Fóra, Reira, O Rostro... Y son precisamente las que más tragedias e incidencias acumulan en los últimos años. Sin embargo, los servicios de socorrismo brillan por su ausencia. Todos los esfuerzos se concentran, en teoría, en playas poco peligrosas. Dicho lo cual, el que suscribe esta crónica mañana a lo mejor se tiene que tragar sus argumentos. Pero en términos estadísticos y probabilísticos es más peligrosa Soesto o Traba que la playa del casco urbano de Laxe, que tiene 5 socorristas.

Ante esta ausencia continuada de medios, técnicos y humanos, son los propios bañistas, surfistas o algún osado policía, guardia civil o voluntario de Protección Civil que pasaba por la zona, los que evitan con su arrojo que las cifras de fallecido vayan a más. No se trata de enviar a un socorrista a jugarse la vida a una playa peligrosa por poco más de mil euros al mes, pero sí que haya un profesional que advierta de los peligros de esa playa y que adopte las medidas que estime oportunas en función de sus atribuciones profesionales.

Y es que no todos los bañistas son de la Costa da Morte. Muchos proceden de fuera y solo ven belleza en playas traicioneras y peligrosas que invitan al baño, pero que a la mínima se llevan una vida por delante. No todo es bandera azul y propaganda. Y en este sentido, las Administraciones continúan cojeando, un año más. Porque además de ser zonas de baño carentes de todo tipo de personal cualificado (Razo y Baldaio son peligrosas, pero tienen 30 socorristas en verano) y de servicios mínimos básicos, desde algunos concellos se invitan a turistas y autocaravanistas a disfrutar de estas playas, cuando la triste realidad es que los dejan abandonados a la buena de Dios y a la espera de que no suene la flauta en forma de tragedia.