Cuando le ves las orejas al lobo

Antonio Longueira Vidal
Toni Longueira CRÓNICA CIUDADANA

CARBALLO MUNICIPIO

04 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Las oleadas de robos en la Costa da Morte, y de manera significativa en Carballo, suelen ir por rachas. O eso es lo que se dice desde las fuerzas de seguridad. Sin embargo, estos intervalos en los que se entremezcla relativa calma con la frenética actividad delictiva son cada vez cortos en el tiempo. Sobre todo en este 2016. Mes sí, mes también, había alguna noche loca en la que los ladrones sustraían un vehículo, o dos, y se dedicaban a dar palos a diestro y siniestro por donde surgiera. Como si de una ruleta rusa se tratara. Hoy toca Corme, mañana Baio, pasado Vimianzo, y finalmente volvemos a Carballo. Y así se iba sucediendo estas oleadas de sustracciones. Los delincuentes cometían sus fechorías con la creencia de que vivían amparados por la impunidad del sistema judicial, ese que dice que los ladrones entran por una puerta del juzgado y salen por la otra. Lo peor es que estos delincuentes, veinteañeros en su mayoría, se han convertido en héroes entre los suyos, sobre todo los críos, que ven como sus referentes sociales quedan en la calle en cuestión de horas, o, como mucho, en un par de días. Era la política del todo vale. Los ladrones carballeses se sentían poderosos, se reían literalmente en la cara de los agentes que los habían detenido apenas unas horas antes. Se creían inmunes al Código Penal que, por cierto, precisa una revisión a fondo, porque no se entiende como un tipo que acumula 81 arrestos a sus espaldas se pasea por Carballo con total tranquilidad. Detrás de esas oleadas continuadas de robos había ese efecto sociológico de impunidad.

Pero algo está cambiando. La detención de una docena de jóvenes carballeses, investigados por diferentes hechos delictivos, y la inclusión en los atestados policiales del término «banda criminal organizada» ha escocido. Cuatro de ellos fueron a prisión preventiva desde agosto. Y claro, estos delincuentes empiezan a verle las orejas al lobo. Pero no solo ellos, sino los que los idolatran. Chavales de 10-12 años que, en lugar de fijarse en Messi, o Cristiano Ronaldo (ya no digo que sus referentes sea Albert Einstein) tienen en Pedrito, Macuto, Japito y compañía sus referentes. No se trata solo de impartir Justicia o de hacer bien un atestado policial, que también. Se trata de decir a todos los que empiezan a coquetear con los robos de tragaperras y coches, que no hay manga ancha: que el que la hace, la paga. Y también es una manera de decir a los que sufren los robos, que no hay barra libre para el que delinque. Y algo debe estar cambiando cuando desde hace un par de semanas: las actuaciones delictivas han caído a la mínima expresión. Ahora bien, basta que escriba este articulo para que mañana se produzcan otros siete robos.