El farmacéutico de la comarca «ejemplar» de Oscos, en Asturias, es de Carballo

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO MUNICIPIO

Miguel Pombo lleva 20 años en el lugar galardonado por la Fundación Princesa de Asturias. «Es una zona muy bonita y cuidada», dice. La distancia se mide en tiempo, no en kilómetros

25 oct 2016 . Actualizado a las 08:02 h.

Cada año, la Fundación Princesa de Asturias (antes, del Príncipe) galardona a uno de los lugares del Principado que más destaquen por sus valores y trabajo. En esta ocasión, el «pueblo ejemplar», ha sido algo más: una comarca, la de Oscos, en el occidente asturiano, a un paso de Galicia. De Lugo, y más en concreto, de A Fonsagrada, pero también de la del Eo, por el norte, con la que forma agrupación para la promoción turística. Pero los Oscos tienen entidad suficiente por sí mismos, en sus tres concejos: Santa Eulalia, San Martín y Villanueva, con poco más de 1.300 vecinos en conjunto.

Los Reyes acuden cada año a la entrega del premio. Esta vez tuvieron que visitar las tres localidades, pero el acto central se celebró en Santa Eulalia. Felipe VI dijo allí: «Vivís en una tierra dura y que cuesta mucho sudor aprovechar, pero, en un empeño heredado de vuestros mayores, la mantenéis con firmeza como un lugar con futuro, rebelándoos contra el aislamiento».

Una de las personas que lo vio, escuchó, y sabe perfectamente de qué estaba hablando el monarca, por haberlo vivido en primera persona, es Miguel Pombo Rodríguez, el farmacéutico de Santa Eulalia, donde lleva desde hace 20 de sus 50 años.

Miguel, cuya tradición familiar tiraba más bien hacia lo textil (nació y se crio en la histórica sastrería Miguel, de la calle Fomento de Carballo, localidad a la que acude con regularidad), prefirió la botica y acabó en este rincón asturiano prácticamente «por casualidad». Señala que buscaba una farmacia y apareció esa oportunidad. Y allá que se fue, de farmacéutico e inspector sanitario.

Sus dos decenios en este lugar le han permitido ver la evolución, especialmente turística, de toda la comarca. En su entorno hay unas 300 camas hoteleras para turistas que buscan sobre todo el respeto por el medio ambiente, paisajes espectaculares, urbanismo respetuoso y cuidado, y mucha tranquilidad, donde lo rural es mucho más que un sello. «Esta es una zona muy bonita, muy bien cuidada. Las casas son de piedra y madera. Hay muchos senderos, muchos lugares que ver, áreas para rutas a caballo, un embalse...», explica. Pero la vida no es solo turismo: también tienen centro de salud, banco, supermercados, panaderías, piscinas... Todo lo necesario. «De 30 años para aquí el cambio ha sido muy grande, antes era una comarca deprimida». Y eso que Santa Eulalia tiene apenas 550 habitantes. Ha ido también alguna gente de fuera. «Es que la gente llega aquí y se sorprende muy agradablemente», cuenta. En Oscos hay madrileños y valencianos, especialmente, pero también de otras partes de España. Para el turismo, la comarca era incluso un destino poco frecuentado por los propios asturianos, que siempre han visto este punto como algo muy remoto, y no como «una puerta, más que una frontera, con Galicia», en palabras del rey Felipe. Las herrerías, los telares y las navajas son algunas de sus señas de identidad productivas y culturales. La despoblación de antaño no parece afectarle mucho, porque en la escuela hay unos 30 niños, gracias aun reciente baby boom. De todos estos asuntos, y de muchos más, se habla en la farmacia de Miguel (en la que tiene una empleada) y en los otros comercios en un lugar bucólico en el que todos -obviamente- se conocen. Moverse tampoco es tan sencillo: «Aquí no se mide por distancia, sino por tiempo», aclara. Las carreteras serpenteantes no permiten mantener medias rápidas, así que lo que parecen pocos kilómetros suelen ser al final muchos minutos.

 Miguel está muy contento en esta localidad, pero del futuro nunca se sabe. «Volver a Carballo algún día. Puede ser, quién sabe», responde con una sonrisa.