Entrega y talento entre bambalinas

Á. palmou

CARBALLO MUNICIPIO

Los voluntarios del FIOT 2015 posaron el sábado para la foto de familia poco antes de la última función del programa.
Los voluntarios del FIOT 2015 posaron el sábado para la foto de familia poco antes de la última función del programa. ana garcía< / span>

El trabajo de los voluntarios ha sido clave un año más en el éxito del FIOT

04 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Las actrices Charo López y Blanco Portillo han sido las figuras más deslumbrantes del FIOT 2015, pero el festival carballés es mucho más que las estrellas que se suben a escena o que el resto de los artífices de que un texto cobre vida; es también el personal de Cultura y los operarios municipales, y sobre todo -por el carácter altruista de su labor- el grupo de voluntarios que desde la edición del 2010 colaboran con los organizadores.

Una docena y media de personas han vuelto a llevar el peso de la parte menos visible del día a día del festival. Moviéndose tras el telón o atendiendo al público en la platea, la suya ha sido una labor callada, pero imprescindible, y de la que se han despedido con satisfacción, pero también con cierto poso de tristeza: «Fíxoseme curto, non me importaría que durase algo máis», contaba momentos antes de arrancar el último montaje Nerea Pastoriza, nueva como voluntaria del FIOT.

Isabel Calvete forma parte de esta experiencia desde sus inicios, pero no ha perdido la ilusión del primer día y sigue disfrutando tanto de la oportunidad de ayudar a los organizadores y al público, como de estar cerca de los actores. «Eu fíxome moito no que fan», cuenta esta integrante -como la mayoría de los voluntarios- del Aula de Teatro Municipal. «O que máis me gusta é ter a oportunidade de ver as obras desde dentro, de ver aos actores no proceso previo, é algo emocionante», ratifica Melina Regueira, nueva en estas lides y que ha visto como la chispa de la actuación se reavivaba en su interior.

El compañerismo y la familiaridad con el público habitual son otros de los alicientes de una actividad que engancha -«moitos repetimos e durante o ano estamos esperando a que chegue outubro para vernos aquí», explica Tania Varela- y cuya principal recompensa son las palabras de agradecimiento que reciben. «Eu penso que non facemos nada importante, pero todo o mundo nolo agradece moito», confiesa con modestia Manuela Castro, una aficionada al teatro que comenzó como un espectador más y que se ha dejado seducir por el voluntariado del FIOT.

El año próximo toca cumplir los 25 años del festival y a buen seguro que todas intentarán estar de nuevo ahí: derrochando entrega y talento entre bambalinas.