El Concello temió adentrarse en lugares incómodos dignificando a los represaliados de 1936
16 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.La memoria es fundamental para tener presente y futuro y también la llave maestra de nuestra identidad. Pero, en tiempos de prisas y urgencias como los que hoy vivimos, los humanos tenemos una cierta facilidad genética para el olvido: un olvido que siempre es crimen. No obstante, tenemos también la suerte de que los historiadores bucean, rastrean, hurgan y recuperan biografías que la mayor parte de las gentes ignoran, efectuando en todo caso una rehabilitación que saca a muchos de nuestros predecesores de los yacimientos del olvido adonde fueran sepultados por la irracionalidad, la indolencia y el imparable paso del tiempo. En muchos casos, vidas pasadas, canceladas y caducadas por el odio.
Hace algún tiempo, en octubre de 2022 fue aprobada por las Cortes españolas la Ley de Memoria Democrática, sucesora de la llamada, Memoria Histórica. Según su artículo 7, en el título, Día de recuerdo y homenaje a todas las víctimas, «se declara el día 31 de octubre de cada año como día de recuerdo y homenaje a las víctimas del golpe militar, la Guerra y la Dictadura». Y en el artículo 49: Acciones de divulgación, reconocimiento y reparación simbólica, se establece en su número 1: «La Administración General del Estado promoverá el conocimiento de la memoria democrática española mediante programas específicos de divulgación que incluirán el relato de las víctimas... 2. Asimismo, realizará acciones tendentes a restablecer la dignidad de las víctimas y a difundir lo sucedido mediante: a) Reconocimiento público del carácter de víctima, de su dignidad, nombre y honor. b) Actos conmemorativos y homenajes públicos. c) Reconocimientos público...»
Y es muy ilustrativo, sin duda alguna, porque si es injusto el olvido, lo es más el exceso de olvido que se da, en este caso concreto, por parte del Concello y la corporación municipal de Camariñas, con más de una decena de vecinos asesinados en 1936, que arriesgaron sus vidas para salvar la libertad colectiva cuando su mundo había saltado en pedazos. Unas leyes aprobadas en la actual democracia, con gobierno del PSOE, que todos estamos obligados a cumplirlas, tanto por parte de los españoles de a pie, como por las instituciones políticas nacionales, autonómicas y locales.
Y es que también llevamos mucho tiempo observando que todo lo que fijan las leyes vigentes referentes a la Memoria, para las sucesivas corporaciones de la localidad del encaixe no existieron, pues parecen sentados en el olvido más cutre, inmersos como esa polilla en la madera que avanza despacio, pero implacablemente en un silencio culpable. Y lo cierto es que no consiguen empatizar con el sufrimiento de los vecinos que resultaron represaliados —paseados o fusilados— por el franquismo, observando una cierta reiteración en despreciarlos.
La historia es ya conocida y no la vamos a contar. Dicho todo esto, un concello como el de Camariñas, que fue gobernado en un período de años superior a los de la dictadura de Francisco Franco, con mayoría absoluta por parte del PSOE, temió adentrarse en lugares incómodos dignificando a los represaliados de 1936, cuyos resultados aún están en las cunetas.
Sí, miseria moral. No hay duda de que los ediles del Concello de Camariñas tuvieron y tienen miedo a emprender un viaje en busca de los muertos que siguen en cunetas o en fosas comunes y solo aspiran a vivir en el presente, sin muchos sobresaltos, en tanto la historia duerme. Sí, han transcurrido muchos años de silencio, y durante ese tiempo en Camariñas se quedaron mudos, sumergidos en una especie de apatía gaseosa, en la inacción.
Si me lo cuentan, no daría crédito a tanto despropósito. En fin, que hasta aquí hemos llegado, pero aún no dimití del juicio crítico; que aquí me tienen ustedes haciendo amigos...