Apocalipsis en A Costa da Morte

José María Paz Gago

CAMARIÑAS

MARCOS MÍGUEZ

«Fin del Milenio y Fin del Mundo, enseguida pensé que, con ese tema, A Costa da Morte debía tener protagonismo»

04 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace exactamente veinte años, a finales del año 1998, iniciábamos la organización del IV Congreso Internacional de la Federación Latinoamericana de Semiótica, que tendría lugar en septiembre del año siguiente. Como se acercaba el inicio del tercer milenio, se me ocurrió que no habría mejor título para aquella gran reunión científica que Congreso del Fin del Milenio.

Fin del Milenio y Fin del Mundo, enseguida pensé que con ese tema A Costa da Morte, por su belleza y su simbolismo, debía tener un protagonismo especial. Formamos un grupo de trabajo con cuatro alcaldes de la zona: Bautista Álvarez, de Camariñas; Alberto Blanco, de Muxía; José Luis Fondo, de Ponteceso y Valentín Castreje, que pronto sería sustituido por Ernesto Insua, de Fisterra. Lo primero que me sorprendió de aquel grupo humano excepcional fue que, aunque eran de diferentes partidos políticos, trabajaban magníficamente bien en equipo.

Y así llegó aquel jueves, 30 de septiembre de 1999, día lluvioso y desapacible en el que una expedición de más de 600 investigadores, intelectuales y escritores procedentes de todo el mundo recorrerían sorprendidos aquellas míticas costas para participar en una inolvidable expedición al Fin de la Tierra. El colofón de la jornada sería la sesión sobre Apocalipsis en la Iglesia de Santa María das Areas, en la que participaron el venezolano Víctor Bravo, el teólogo Torres Queiruga y el Premio Cervantes chileno Jorge Edwards.

Hicimos parada y fonda en el puerto de Camariñas para dar buena cuenta de una parrillada de pescados y mariscos que hizo las delicias de aquellos congresistas llegados de las cuatro esquinas del planeta, maravillados por aquellos paisajes agrestes y sobrecogedores, bañados por un mar encabritado y sombrío esa tarde. La estrella indiscutible de aquella reunión era Umberto Eco, quien se entretuvo paseando por el puerto, observando las redes y las nasas y preguntando cómo se usaban para la pesca.

Tras la comida, en un coche conducido por mi colega Manuel Estévez Saá, junto a Eco, el escritor Jorge Edwards y la profesora Eva Valcárcel, nos dirigimos a Fisterra con la intención de que los dos escritores descansasen en el hotel El Semáforo, junto al Faro, antes de sus intervenciones en la sesión dedicada al tema estelar del día: el Apocalipsis.

Pero al llegar a aquel lugar mágico, a aquella luminaria transoceánica, se produjo precisamente eso: el Apocalipsis. Una terrible tormenta azotaba los acantilados en los que se asienta el Faro del Fin del Mundo, el mar bramaba con fuerza inusitada y la lluvia y el viento nos zarandeaban enrabietados. Salí con un paraguas para proteger de la lluvia a Jorge Edwards y a Eva, mientras buscábamos desesperados las puertas de El Semáforo. No sé qué arquitecto postmoderno pudo haber restaurado ese hotel, porque no había forma de encontrar aquellas puertas salvadoras, cuando el viento huracanado ya nos había arrancado el frágil paraguas de las manos y la lluvia nos empapaba con furia vengadora.

Umberto Eco se había quedado en el coche y me llamó a gritos entreabriendo con miedo la ventanilla del Mercedes. Ante aquel panorama literalmente apocalíptico se había puesto nervioso y quería volver lo antes posible a A Coruña. Como siempre hice en las visitas del ilustre escritor italiano, no lo dudé un instante e hice lo que me pedía, subiendo al coche para regresar. En ese momento, ya más tranquilo y con su humor habitual, Umberto Eco se volvió hacia mí y me soltó, refiriéndose al pobre Jorge Edwards, el sufrido escritor chileno que se quedaba allí, de momento a la intemperie, aunque pronto estaría a cubierto: «Sobrevivió a Pinochet, Chema, pero no sobrevivirá a ti».

Ya en A Coruña, el alcalde, Francisco Vázquez y el director de las Museos Científicos Coruñeses, Moncho Núñez, habían preparado una cena singular en la sala Nautilus del Aquarium Finisterrae. Allí degustamos los platos que el Capitán Nemo solía comer en su célebre y profético submarino, pero esa ya es otra historia…

DNI. José María Paz Gago. Escritor, gestor cultural y catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la Universidade da Coruña. Ha sido secretario general de la International Association for Semiótica Studies y es en la actualidad Presidente de la Federación Latinoamericana de Semiótica. Especializado en el estudio de las relaciones de la literatura con el cine, la música, el espectáculo o la moda, ha dedicado estudios a Cervantes, Valle-Inclán, Pardo Bazán o Curros Enríquez. Director de la Semana de Cine de Betanzos, dirigió el Máster en Estudios teatrales y cinematográficos de la Universidade da Coruña. Su último libro, Expulsión del paraíso. Poemario del Caribe, recibió el Premio Internacional Gustavo Adolfo Bécquer de Literatura.