La generación del Xabarín ha muerto

Juan Ventura Lado Alvela
J. V. Lado CRÓNICA

CAMARIÑAS

Ana Garcia

20 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La reciente visita a Bruselas de los escolares del Pedra da Aguia de A Ponte do Porto ha puesto sobre la mesa una serie de reflexiones tanto para ellos como para el resto de asistentes, que dejan pistas más o menos esclarecedoras sobre lo puede ser Europa. Las propuestas y debates de estos adolescentes de los países de la Unión y de los que aspiran a entrar en ella evidencian lo rápido -y seguramente mal- que envejecemos el resto. Tanto que, exagerando un poco, podríamos decir que no es que esté muerta la generación de la Constitución del 78, es que lo está también la del Xabarín Club.

No se trata de nada nuevo, porque el ser humano lleva matando al padre cuando menos desde el Edipo de Sófocles, pero el vértigo social asociado a la proliferación de las tecnologías de la información es tal que buena parte de lo aprendido y dado por cierto se quema a una velocidad inaudita. Los adolescentes de hoy en día -hay que aclarar también que en estos foros suelen participar los que tienen mejores resultados académicos e iniciativa- ya no están pensando en coger una beca Erasmus y correrse algunas juergas en tercero o cuarto de carrera, mientras conocen un país distinto y, si eso, estudian algo. Conciben estudiar cada 6 meses en un país diferente y, a poder ser, desligándose del gueto de extranjeros que se forma siempre con estas becas. Incluso se plantean una obligatoriedad de integración real en la sociedad receptora y escolarizar a los más pequeños directamente en inglés, para acabar con esa barrera que para ellos es una traba y para muchos de los que les precedieron, un muro infranqueable. Los conceptos de patria o estado-nación les suenan a chino y no porque los desconozcan, porque bien que estaban atentos a las posibles consecuencias del Brexit para la delegación británica. Es que funcionan ya con otros esquemas y en su universo mental está casi tan cerca el amigo del pueblo de al lado que conocieron en el colegio anterior, como el compañero neozelandés con el que comparten a diario su juego en red favorito.

Obviamente quedan unos años para ser ellos los que tomen las decisiones en Europa y en el mundo, y por el camino se toparán todo tipo de frenos -incluidos los suyos propios de familia, búsqueda de la seguridad y la estabilidad-, pero las perspectivas que se abren son, cuando menos, esperanzadoras y a tener en cuenta.