«Puxen cartos para sacala adiante»

Marta López CARBALLO / LA VOZ

CAMARIÑAS

José Manuel Casal

Evaristo Domínguez fue uno de los organizadores de una fiesta, la del erizo de Camariñas» que «debería ter tido continuidade»

04 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La foto. Entre los años 1994 y 1996 se celebró en Camariñas una celebración gastronómica dedicada al erizo de mar, un producto exquisito y sabroso, que por aquel entonces era mucho más abundante y asequible que en la actualidad. La voluntad de revalorizar las capturas y de lograr atraer a un emergente turismo culinario a la villa dio lugar a esta celebración, que duró apenas tres años, aunque contó siempre con el total respaldo del sector pesquero. Evaristo Domínguez García (en la imagen, en el extremo superior izquierdo) fue uno de los impulsores de esta «importante e necesaria cita». 

Ángel Manso

El protagonista. Evaristo Domínguez García, formado en pedagogía, era por aquel entonces uno de los candidatos a la alcaldía camariñá y formaba parte de la asociación de vecinos de Camariñas y Buría, entidad organizadora de la Festa do Ourizo. Después, una vez aparcada la política local, se dedicó a asuntos de formación para adultos y programas europeos de desarrollo rural. En la actualidad está inmerso en el proyecto Paisaxe e Sustentabilidade, encuadrado en la Consellería de Medio Ambiente, mediante el que colabora asiduamente con la asociación Monte Branco de Ponteceso.

La historia. Apenas tres ediciones duró la Festa do Ourizo de Camariñas. Evaristo Domínguez (en la imagen, en el extremo superior izquierdo), fue uno de los impulsores y no duda en hacer autocrítica: «Non sei moi ben se porque non tivo apoio institucional ou porque non chegou a calar na xente como agardabamos». Lo cierto es que esta cita se celebró solo entre 1994 y 1996. No lograron darle la continuidad deseada.

Nació, explica Domínguez, del deseo de revalorizar el producto, de darle un precio que fuera justo y reconociese, de algún modo, el gran esfuerzo que le suponía para los pescadores. «Daquela había unas 25 ou 30 gamelas que saían a buscar ourizo, e pagábase, se non recordo mal, a só 170 pesetas o quilo». Además, la falta de regularización implicaba que los vecinos pudiesen llevárselos a casa con facilidad, «o que lle restaba todo o seu valor e atractivo».

La asociación de vecinos de Camariñas y Buría fue el ente encargado de la organización de la fiesta, en la que se volcó por completo el sector: los marineros trabajaron a destajo para donar cerca de 5.000 kilos de erizo de forma completamente gratuita, y una treintena de mujeres colaboraron durante toda una noche para preparar auténticos manjares y servirlos durante la jornada. «Empanadas, croquetas.... Había de todo. Pero se algo triunfaba, sen dúbida, era o salpicón. Entre o ourizo e o rape... ¡Lóxico que tivese tanto éxito entre os comensais!»

El sabor, para quien no esté familiarizado, puede ser un tanto peculiar, pero por los noventa estaba de plena actualidad, con fiestas que perduran todavía, como la de Ares, que va por su 28 ª. edición; o la de San Cibrao, en Cervo, que lleva ya 26. Tal movimiento les impulsó a lanzar un festejo propio y con sabor al mar de la Costa da Morte. «Se por Lugo triunfaba, non había de ser Camariñas diferente», recuerda Evaristo, «tendo un produto tan exquisito como temos, non entendiamos que a xente tivese que ir a outros lares a gozar dunha festa gastronómica». La acogida, sin embargo, no fue la esperada. Hubo una gran implicación del sector profesional, y también de la hostelería, pero fallaron dos factores indispensables para el arranque definitivo: el apoyo institucional y el interés de la gente. Organizar un evento de estas características era carísimo, y más cuando se quería contar con la presencia de uno de los mejores cocineros de Galicia en aquella época, Paco Feijoo, «que nos fixo unha ‘masterclass’ estupenda, pero que tiña un caché alto». A falta de aportaciones altruistas, tocaba rascar el bolsillo: «Puxen cartos para sacala adiante», confiesa Domínguez.

Al echar la vista atrás, recuerda una anécdota en una de las tres ediciones: «Os pescadores levaban unha tempada mala, e tres semanas sen saír a faenar, cando a consellería decidiu pechar a veda polas baixas capturas de ourizo. O problema é que non había informe biolóxico que o constatara. Ao final, movéndonos cos mariñeiros, logramos chegar ata Manuel Fraga, que lle ordenou ao Director Xeral que abrira a veda. Xa se sabe que Fraga non pedía nada, ordenaba directamente. Díxolle algo así como: ‘¿Hay algún informe biológico? ¿No? ¡Pues haga usted el favor de abrir la veda este mismo lunes’».