«Mi vida ahora es la música»

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

CAMARIÑAS

SANTI XANDER

Cantante lírica natural de Camelle, Soledad Vidal pidió una excedencia en su puesto ganado por oposición para dedicarse a lo que le apasiona: «Es algo indescriptible. Como el amor»

13 ago 2020 . Actualizado a las 16:46 h.

Soledad Vidal Devesa, de Camelle, licenciada en Derecho, se sacó hace diez años una dura oposición que muchos intentan y pocos consiguen, la de interventora de la Administración Local. Pasó algo más de siete años en los despachos de ayuntamientos, en concreto en Segovia. Hace dos años justos, en diciembre del 2015, pidió una excedencia para dedicarse en plenitud a lo que más le apasiona: la canción lírica. Es soprano, ya ha participado en numerosas actuaciones profesionales, pero aún se sigue formando y le queda un largo recorrido por delante.

De su etapa jurídica, a la que podría volver en cualquier momento, guarda buenos recuerdos. «El mundo municipal es intenso, bonito, pero también tiene sus problemas. Eres auditor y fiscalizador de un lugar en el que convives con el fiscalizado, además de asesor económico, y eso puede generar una situación de conflicto. Ser ambas cosas a un tiempo resulta complicado».

La excedencia, sin embargo, la pidió no por tener problemas con nadie, al contrario. La sensación que le queda es muy buena, y eso que trabajaba muchas más horas de las oficiales. Simplemente llegó el momento, en el que la música le ocupó un tiempo que venía pidiendo desde siempre, como algo natural.

De hecho, es lo que siempre la había marcado. Ya tenía cinco años de piano. Tocaba el acordeón, la guitarra... Había participado en grupos de gaita, de folk. Su buena voz era muy conocida en Camelle y alrededores. Fue justo cuando acabó Derecho que empezó a sentir más intensamente el mundo lírico. Cantaba sola en casa, lo llevaba dentro. «Era una energía muy intensa. Porque cantar es como un estado de trance, de entrega total», explica. Y en su caso, la lírica, más, «como una energía que te recorre el cuerpo, que te hace vibrar». No tiene palabras, reconoce: «Es algo indescriptible. Como el amor. ¿Cómo se describe sentir la vida dentro, ese trance vital?». Así que, vista tal intensidad, se prometió que cuando lograse el primer trabajo, se dedicaría a ello. Acabó el grado profesional en el Conservatorio Moreno Torroba, con premio extraordinario en Canto. Los profesores, el entorno, la animaban. Así que continuó con los estudios superiores, el grado superior en la Escuela Superior de Canto de Madrid, que solo forma a cantantes líricos, y acabará el próximo año. Con el tiempo, su voz ha ido ganando en amplitud de tesitura. De otro modo: más libertad.

Puede sorprender dejar de lado una oposición tan compleja para volcarse en la música. «Siento que es mi momento vital. No es un salto al vacío. Se sopesa toda la parte racional, se analizan las consecuencias. Pero hay un fuerte componente emocional. Somos humanos, y en la medida de las posibilidades, tenemos que conectar con lo que somos. Hay que intentar ser lo más coherente posible con uno mismo, con la esencia. Yo soy muchas cosas, y la más fuerte es cantante», explica. Como un camino que hay que tomar, y que lleva a la paz interior. Eso incluye también mucho esfuerzo, porque el mundo lírico exige constancia, aprendizaje. Y trabajo. Ha participado en varias proyectos musicales, como dos grandes proyecciones de zarzuela, El terrible Pérez, en el teatro Campoamor de Oviedo, y El sobre verde, ambas a cargo de la Fundación Guerrero, entre otras muchas actuaciones que la han llevado por los Teatros del Canal, en el Real Círculo de Labradores, en Sevilla, o en el Museo Cerralbo de Madrid. Soledad es una gran defensora de la zarzuela y de la canción española (género específico). «Hay que saber tratarla, con el rigor que le corresponde, y a veces no se valora como se debería. Son muy necesarios proyectos como los de la Fundación Guerrero». Claro que su espectro lírico es muchísimo más amplio. «La música clásica es tremendamente apasionante. Y cuanto más la conoces, más apasionante aún». En la actualidad trabaja en una ópera española, Don Gil de Alcalá, que se estrenará en abril. Confiesa que le gustaría actuar en casa: «Me haría mucha ilusión cantar en mi tierra. En el palacio de la Ópera de A Coruña, por ejemplo».

¿Y volver a los despachos y a las leyes? «Mi vida ahora es la música. No pienso en otra cosa. La vida te va llevando al sitio que te corresponde si te entregas», asegura.