«Na escola fun rebelde a propósito, porque o que quería era vir para o mar»

Patricia Blanco
Patricia Blanco CARBALLO / LA VOZ

CAMARIÑAS

ANA GARCIA

Desde que tiene uso de razón, este joven patrón camariñán se recuerda en el muelle

05 ago 2017 . Actualizado a las 09:07 h.

El mar se lleva dentro. Adrián Campaña Antelo, a sus 28 años cumplidos la semana pasada, lo repite una y otra vez. Así se explica él que uno de sus abuelos -los dos tuvieron barco de cerco- soñase como soñaba cuando ya iba camino de la muerte: «El soñaba co mar. Estaba morrendo e larghando, como eu lle dicía. Espertaba alterado porque soñaba que largaba o aparello», cuenta el joven. Natural de Camariñas, asegura que desde que tiene uso de razón se recuerda andando por el muelle, entre los barcos. Tan pronto tuvo 16 años, se sacó «a libreta», pasó el reconocimiento médico y se embarcó con sus primos. No le hizo falta nada más. Y nunca se arrepintió.

Desde el propio barco cuenta que el mar siempre ha sido su objetivo: «Non estudei, pero isto é o que eu quería». El cerco, más concretamente. Siempre se dedicó a ello y asegura que la faena que da para él no es tal cosa: «Para min isto é un deporte. Eu veño ao mar e estou contento. Non veño traballar amargado, para min é un entretemento». Evoca a sus dos abuelos pescadores. Perrúa era uno de ellos, propietario de aquel Lubina tan buen pescador y que después sería vendido para Malpica. Pese a que ambos se deshicieron de los barcos cuando él era apenas un recién nacido, la sangre ya tiraba de Adrián: «Na escola fun rebelde a propósito porque eu o quería era vir para o mar». En su casa no hizo falta que dijese que él quería ser «mariñeiro». Todos lo sabían, viendo como veían lo que había, y tampoco en la familia le pusieron impedimentos a ello: «Miña nai sempre me dixo que tiña que facer o que me gustase». Así lo hizo.

El mar tira tanto de él que asegura que, incluso si va se de vacaciones, tiene que ser un sitio donde lo haya. No puede pasar un día sin verlo, nunca se plantearía tampoco vivir alejado de él y, de hecho, mantiene cada día una rutina de vida a la que nunca renuncia. Se levanta, se va hasta el faro «precisamente a ver o mar» y después acude al muelle nuevo. Su hija Grecia, de cinco años, también ocupa buena parte de su tiempo. «De momento é moi noviña, e só lle gusta vir verme cando traio o peixe. Imaxina, ver tantos xuntos, queda pasmada!», ríe. «Penso que tan pronto soubese andar traeríao comigo ao barco. Se el quixese e lle gustase, claro. Se non, non», sopesa Adrián sobre si le gustaría que en el futuro un hijo continuase su oficio. Reflexiona sobre esa afición de vida que para él lo es todo: «Para vir traballar ao mar hai que disfrutalo. Do contrario, pásalo mal. Pensa nos temporais».

Solo se alejó de Camariñas durante dos años, de los 12 a los 14, cuando residió con sus padres en Alicante: «Pero incluso alí ía todos os días ao muelle». Ahora que está al frente del Casal Novo, desde el mes de febrero, sabe también que el mar da y que el mar puede quitar. Habla más lento cuando cuenta que sí tuvo ya su buen susto, algo «moi grande»: «Eu quería ir para A Coruña e pilloume un temporal de vento. Falloume o motor».

-¿E nese momento que pensa?

-Nese momento no que pensas é no helicóptero. E en salvar á túa xente. O que importa é a xente. Nese momento o barco dá igual.

Con él son diez trabajando, «agora un de baixa». Cuenta que en el cerco, su ocupación de todo el año, las condiciones de trabajo, los horarios, son más llevaderos: «O noso vai do luns pola tarde ao venres pola mañá. Andamos ao axexo e á alba, ás noites». «Imos tirando», afirma con respecto a la situación del sector y a como andan por Camariñas. Ve mal el tema de las cuotas, las reparticiones: «Sábese o que hai, vese todos os días nos xornais».

«Cando tes un susto no mar só pensas no helicóptero, e en salvar á túa xente»

«O Carme este ano foi moi bonito. Levar a Virxe por primeira vez...»

En Camariñas vienen de celebrar la Virgen del Carmen, la festividad del 16 de julio en la que honran y dan gracias a la patrona de los marineros. Se ven lágrimas en quienes bailan la danza de arcos. En quienes participan en la procesión. Aquel mismo día Adrián Campaña contaba para La Voz que sentía algo muy bonito, que para un hombre de mar llevar a la Virgen en su barco es de las mejores sensaciones. Pasados los días sigue compartiendo esas mismas emociones, pero también reconoce que se puso muy nervioso: «Para min era o primeiro ano e canto vin saltar tanta xente para o barco... Tes moito medo, porque pásalle a algo a alguén e arruínaste».

Vivir del mar es su forma de vivir y en casa así lo aceptan. Su pareja, Fátima Lema, se adapta bien a la rutina y al trabajo de Adrián. Ella es de Dor (A Ponte do Porto) y él recuerda la primera vez -no hace mucho- que fue con él en el barco: «Mareouse coma un pulpo». No tiene reparos tampoco en decir -en serio, lo asegura- que él nunca había visto un cerdo hasta que llegó a casa de ella: «Na televisión, si, ¿e logo aquí onde o había de ver?». La relación de ella con el mar tampoco era tan férrea: «Alí teñen río».

Desde aquellos 16 años que tenía cuando se embarcó con sus primos ya han pasado muchos para convencerse de que está donde quiere estar. Camariñas es su tierra y no se plantea dejarla: «De verdade que isto do mar é algo que levas dentro. Eu nunca pensei en deixalo. Aínda me plantexo antes gañar menos cartos ca marchar do mar. ¡Olvídate!». Le gustaría estudiar para sacarse «títulos máis grandes» en su sector. Por si no quedase claro, el mar a Adrián le gusta en todos los sentidos: «Como peixe case todos os días».