Ser o no ser parte de Os Miñarzos

Cristina Viu Gomila
Cristina Viu CRÓNICA

CAMARIÑAS

01 jul 2016 . Actualizado a las 21:43 h.

Noventa embarcaciones con base en distintos puertos de la zona forman la flota que podrá faenar en la reserva marina de Os Miñarzos. Menos de la mitad de estos pesqueros, 37 en total, corresponden a la Costa da Morte. Son sobre todo de Fisterra y Corcubión, pero también de Camariñas y de Camelle, aunque estos son casos contados. La cuestión no son los que están, sino los que no están en la lista y el motivo por el que la Consellería do Mar los ha rechazado. De entre las 29 embarcaciones que no podrán pescar en Os Miñarzos, hay 17 que no lo harán por «non permitir a instalación do sistema de localización obrigatorio», según la propia orden publicada ayer en el Diario Oficial de Galicia.

La legislación comunitaria exige que los pesqueros formen parte de un sistema de seguimiento por satélite, pero permite a los Estados poner excepciones y las españolas es que pueden no llevarlo los barcos de menos de 15 metros de eslora, que faenen en aguas territoriales y que nunca pasen más de 24 horas en el mar.

Con estas características hay decenas de lanchas en la Costa da Morte en general y en la comarca fisterrana en particular.

Nueve armadores de Fisterra, Corcubión, Camariñas y Camelle han preferido renunciar a la reserva marina antes que instalar el aparatito.

Algunos armadores de la zona son muy celosos de su intimidad y prefieren faenar e incluso entrar en el muelle sin llamar la atención. No es la primera vez que un patrón es sancionado por desaparecer del radar cuando se acerca al puerto, ya sea por no dar señales de vida a los barcos competidores, o por zafarse de los guardacostas y el Seprona cuando las bodegas están llenas de lo que no debiera.

Hace unos días se dio un caso llamativo. Dos cerqueros de Camariñas entraban en aguas interiores de Fisterra tras un banco de sardina o de jurel. Los vio el concejal Kuka Sar desde su propia casa gracias al sistema de localización y el gran adelanto que es Internet, y a través de las redes sociales les anunció que los habían pillado y, con la misma, llamó a la Xunta para denunciarlos. Uno de ellos abandonó la escaramuza, pero el otro, simplemente desapareció apagando el localizador. Curiosamente, la Guardia Civil investiga si de ese mismo barco procedían tres toneladas de sardinas que habían sido registradas como otro pescado, con lo que el autor se enfrenta, entre otros, a un delito de falsedad en documento público.

Seguramente, muchos de los que rechazaron participar en el sistema de localización por satélite lo hicieron por la inversión que suponía. Si el motivo era poder entrar y salir sin ser vistos deberían saber que, al final, todo se sabe, incluso en medio del mar.