«Pasou algo que me moveu a vida»

Patricia Blanco
patricia blanco CARBALLO / LA VOZ

CABANA DE BERGANTIÑOS

ANA GARCÍA

Regenta el Bar Josefa, histórica casa de comida casera de A Mata, en Riobó, Cabana

01 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Ana María Amado Varela es algo así como una mezcla explosiva, y alguna vez se lo han dicho. Por un lado, tiene el carácter luchador y negociador de su padre y, por otro, la capacidad de salir adelante de su madre: «Eu penso que herdei un pouquiño das dúas partes», cuenta. A sus 50 años, cumplidos no hace mucho, es el testimonio perfecto de que la vida puede dirigirle a uno por derroteros que ni se había imaginado. Hay acontecimientos que mudan la trayectoria que uno había diseñado. Al final, todo tiene salida.

Ana es Ana en Carballo, donde reside, y Anita en A Mata, donde nació. Ahora empieza a serlo también para «os de fóra», para algunos proveedores, mismamente. Afable y habladora, es imposible no sentir por ella aprecio, desde el primer contacto. Por tanto, no resulta nada difícil acabar llamándola Anita. En este mismo lugar, A Mata, en la parroquia de Riobó (Cabana), regenta desde hace cuatro años y medio el bar que atesora más de medio siglo de historia familiar.

El padre de Ana falleció cuando ella solo tenía tres años y su hermano, dos meses de vida. «Hoxe, cos avances que hai, probablemente non tería ningún problema, pero entón...», evoca Ana. Recuerda así a un hombre que ya en su día ponía cantina en las fiestas, que impulsó una pequeña taberna y que hasta compró una camioneta para recoger leche por la zona. Cuando falleció, todavía estaba pagando a plazos la camioneta, por lo que la madre de Ana, Josefa, se quedó viuda joven, «con dous fillos pequenos ao cargo, unha taberniña e un coche que non sabía conducir». «Vendeu a furgoneta para acabar de pagala, quedou na taberna e nós criámonos aquí», cuenta Ana. Alaba una y otra vez el carácter trabajador de su madre, que consiguió hacer de la taberna una casa de comidas casera de gran fama -bacalao, cocido, paellas, potro...- y nunca dejó de atenderlo, incluso cuando también tuvo que hacerse cargo del cuidado de los abuelos. «O bar é coma a casa social do pobo e miña nai fixo aquí, ademais, unha obra social moi moi grande. Tenlle dado de comer a xente que non tiña nada», relata.

Por encarga

Ana, en cierta medida, se siente una «privilexiada». Pudo estudiar: FP, bachillerato, COU... Enfocó su día a día «cara outro lado», distinto al de la taberna, pero un tiempo atrás «pasou algo que me moveu a vida» y acabó precisamente en el lugar en el que se había criado, en el bar que su madre mantuvo abierto durante más de 50 años. «Separeime e collín isto. Ao principio claro que me resultou complicado, pero agora estou encantada. A veces teñen que pasar cousas para que un tome decisións. E eu estou convencida de que agora estou onde teño que estar, e con quen teño que estar, no sitio adecuado». Su madre aún le sigue ayudando de vez en cuando, pero Ana, Anita, ha conseguido darle al Bar Josefa otra vida nueva, conservando esa esencia de comida casera y haciendo además sus buenos manjares por encarga.

 «Hai de todo, como en calquera traballo, pero na barra a medida pola ti»

Los conocidos que ha ido haciendo en todo este tiempo, de Carballo, de Malpica y de otros lados, también recalan con frecuencia en A Mata, por lo que no puede estar más contenta del apoyo que le han brindado. Tiene hecho cursos de cocina y hasta de manualidades «que agora ves que che serven, por ti mesma e tamén para relacionarte coa xente». «Eu son moito de falar e de ter ese trato», añade. El de encargada de un bar, confiesa, es un trabajo que tiene su aquel, pero como todos: «Hai de todo, como en calquera traballo, pero na barra a medida pola ti. Cando tes un trato cara o público xa coñeces o perfil da xente, e sabes a quen lle tes que dar confianza e a quen lla tes que acurtar máis. Por iso digo que a medida pola ti, que tes que saber poñela».

Es por ello que, afirma, nunca tuvo faltas de respeto graves. Su trabajo -aunque tiene una empleada los fines de semana y a veces extras cuando lo precisa- le obliga a «facer moitas horas». Aun así le gusta. Va y viene de Carballo a A Mata y se levanta cada día sobre las 7.30-7.45. Abre a las nueve y, por la semana, vuelve a casa cuando el reloj ha dado ya la vuelta desde que puso la llave en la cerradura: «Pero aínda así procuro ir polo menos dúas veces á semana a nadar. Este día fixen 36 largos na piscina». El lunes es el día que tiene libre, «o día de dedicarse a un mismo». Le gusta pasar ese tiempo en la casa, con un libro: «Esa é a miña vida social. Cando botas tantas horas de cara ao público, gústache a paz do piso».

«Estou contenta de estar aquí. Creo que meu pai me estará vendo»

«Mamá traballou sempre moi duramente e eu agora estou contenta de estar aquí. Ela está comigo e aínda me bota unha man de vez en cando. Estou ben, tranquila, non me falta de nada. Creo que meu pai tamén me estará vendo», señala. Se reconoce «mellor ca nunca», «loitando a vida, coma todo o mundo, aínda que coma todos pois un tamén ten os seus momentos». Ana tiene dos hijos, «dous nenos», como ella los llama. Una (27 años) es maestra en el colegio Labarta Pose de Baio y, el otro, de 16, estudiante de bachillerato.

El Bar Josefa ha tomado un nuevo rumbo y, desde él, Ana no deja de «estar sempre pedindo e movéndome». Hace nada participó en la ruta gastronómica Saberes e Sabores, impulsada por el Concello de Cabana. Para este tipo de propuestas tiene muy buena valoración: ya dijo en su día que todo lo que contribuya a dar a conocer el entorno -ya no solo su local- merece mucho la pena. Con su testimonio da cuenta de que la vida lo va manejando a uno por donde quiere, y que hay que saber sobreponerse. Hasta las imágenes dan fe de que se siente bien. Reconoce que le gusta cuidarse y arreglarse, que es coqueta, como se suele decir: «Así é o meu carácter». Alguna que otra vez hasta cocina con tacones y, si por ella fuese, lo haría siempre, pero no puede ser.

Nadie debería dejar de ir hasta A Mata para probar los bolos preñados que atraen a gente desde bien lejos. Ni tampoco las empanadillas, la tortilla o las filloas. Allí estará Ana, Anita, con su buen trato y su afabilidad: «Herdei ese carácter charlatán de meu pai, pero charlatán no bo sentido da palabra». Lo pone en práctica en ese lugar por el que correteaba ya desde niña. Su hermano también regenta un bar cerca, en la misma Cabana.