La Fiscalía solicita la libre absolución para un hostelero larachés que será juzgado por violación

Antonio Longueira Vidal
Toni Longueira CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

ANA GARCIA

Los hechos enjuiciados ocurrieron en la madrugada del 31 de octubre del 2017

11 jun 2021 . Actualizado a las 13:05 h.

La sección segunda de la Audiencia Provincial de A Coruña juzgará el próximo jueves, día 17, a partir de las 10.00 horas a un hostelero de A Laracha, denunciado por agresión sexual por parte de una joven. La Fiscalía, por su parte, ya ha emitido un escrito por el que solicita la libre absolución del procesado al entender que «los hechos relatados no son constitutivos de ilícito penal», al no quedar suficientemente acreditado que se produjera agresión sexual.

Este procedimiento arrancó el 31 de octubre del 2017. Una joven de 22 años residente en A Coruña y natural de la provincia de León, denunció a un hostelero de A Laracha por violación, presuntamente perpetrada en el local en el que trabajaba como camarera.

La denuncia fue interpuesta ante la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de A Coruña el 1 de noviembre del 2017. Los hechos ocurrieron, según la denunciante, en la madrugada del 31 de octubre. La joven envió un mensaje por una red social al titular del negocio hostelero para preguntarle si precisaba una camarera. Él respondió, a través de esta misma red social, de forma afirmativa.

Ambos quedaron en una cafetería, junto al centro comercial Cuatro Caminos, para trasladarse hasta A Laracha. La joven ya había trabajado en una ocasión en este negocio en primavera.

Aquella noche, la empleada coincidió trabajando con otras tres personas. Se cambió de ropa, se disfrazó al tratase de una noche de Halloween y se puso a trabajar. Reconoció que estaba tomando una medicación muy fuerte debido a problemas psiquiátricos que padecía, pero aun así consumió alcohol, lo que le provocó un estado de aturdimiento y descontrol.

En un momento dado, el titular del negocio la llamó a su despacho. Según consta en la denuncia, el hombre la empezó a besar y la tiró encima de una cama «de 90 centímetros» existente «en un habitáculo». Allí la desnudó y la forzaría mediante sexo oral. La joven dijo a los agentes que la atendieron, que estaba «bloqueada» por lo que estaba sucediendo e intentó que el presunto agresor parara. Eso sí, sin éxito. Según ella, el hombre «se bajó el pantalón hasta la mitad de los muslos «con la intención de penetrarla». Ella le suplicaría que ya que iba a violarla, que se pusiera un condón, algo a lo que él se negaría.

La joven interpuso la denuncia y fue trasladada al Chuac para unos análisis forenses, que fueron remitidos a Madrid. La denunciante aportó a la Guardia Civil conversaciones telefónicas y diversas capturas de pantalla. El presunto agresor sexual ya fue a declarar y quedó en libertad provisional, sin medidas cautelares.

Versión de la Fiscalía

Sin embargo, según la Fiscalía, lo ocurrido en aquella madruga de Halloween, fue algo totalmente diferente. O eso es lo que se desprende del escrito de acusación. Según el Ministerio Público, las versiones coinciden hasta las cinco de la madrugada, cuando el hostelero, por mediación de otra empleada, la llamó a capítulo a la oficina, situada al fondo del local, para recriminarle su actitud en el puesto de trabajo.

Al entrar, el gerente del pub le empezó a recriminar su comportamiento. Con el fin de acallar las críticas que empezaba a recibir, la empleada «reaccionó besando» al gerente, «quienes continuaron besándose y se acercaron hacia una cama que existe en la oficina». Según refleja el escrito de la acusación, la joven «se quitó parte de la ropa que llevaba en la parte inferior del cuerpo, botas, medias, pantalón y tanga, quedando desnuda de cintura para abajo». Mientras, el hostelero introdujo «alguno de sus dedos y su lengua en la vagina, para, a continuación, tratar de llevar cabo una penetración vaginal». En ese instante, ella le habría pedido que se pusiera un preservativo, «pero al no disponer de uno, le fue facilitado por la joven [denunciante]», quien «trató de ponérselo, pero no lo consiguió pese a ser auxiliado por la propia [camarera], imposibilidad derivada de una falta de erección total por lo extraño de la situación y el temor que tenía el procesado de que cualquiera pudiera entrar en la oficina».

Finalmente, el acusado le propuso dejarlo «para más adelante», algo que fue aceptado por la joven, «abandonando el procesado el local y momentos después, la camarera, tras volver a vestirse».

Al acabar la jornada de trabajo y tras el pago de los honorarios, la camarera marchó en compañía de un amigo al que no le comentó nada de lo ocurrido en el viaje de vuelta hacia A Coruña. Sin embargo, la joven sí decidió denunciar los hechos horas después, tras haber hablado con su padre.