Una marea de peregrinos llenó Caión

Xosé Ameixeiras
X. Ameixeiras CARBALLO / LA VOZ

A LARACHA

El pueblo vivió una de las romerías más concurridas que se recuerdan

09 sep 2019 . Actualizado a las 14:23 h.

«Impresionante». Así definía Manel Raposo, presidente de la comisión de fiestas, la jornada de ayer en la romería de Os Milagres de Caión (A Laracha), una de las más concurridas que recuerdan en el pueblo. El santuario fue un hervidero de gente desde primeras horas de la mañana, pero fue a la una cuando se concentraron más peregrinos.

Una multitud siguió el oficio principal. Con la procesión, y mientras la campana tañía como cansina, la imagen de la Virgen se balanceaba a lomos de los porteadores y alrededor de ella se aglomeraban los ofrecidos, al tiempo que otros esperaban su turno dentro del ermita para pasarle el pañuelo a la imagen. En el suelo del templo, centenares de velas encendidas eran como la expresión del ardor creyente de quien les puso la llama como ofrenda.

Llegan a Os Milagres de Caión gentes de muy diversos lugares. La mayoría confiesa que lo hace por seguir la tradición. José María Grela Viña, de 70 años y vecino de Paiosaco, asegura que va a la romería desde niño, desde tan niño que ni siquiera recuerda cuándo fue la primera vez. Unas ocasiones va por «simpatía», y otras, «por devoción». Ayer le tocó al primer modo. No obstante, apunta que también va un poco por ser como los demás. «A onde vas tolo, a onde van todos», ríe. Así que también se sumó para «hacer mogollón».

Sergio Pérez Fraga, de 43 años, es emigrante. «Vir aquí -explica- é unha cousa de toda a vida». De pequeño también lo llevaban sus padres, así que sigue la tradición de asistir, al menos, a una misa. Tal vez para sanar la morriña. «Estamos a 8.000 quilómetros e a Galicia sempre a levamos no corazón».

Entre los romeros se ve al alcalde de Arteixo, Carlos Calvelo, en modo peregrino. Carmiña Muñiz es de Bértoa, pero vive en Malpica. Tiene 71 años y ya de niña acompaña a su madre a Os Milagres. Y aún suele acudir: «Son feliz vindo ver á santiña».

Entre oficio y oficio, la gente deambula por el entorno del santuario. Algunas personas se cuentan entre ellas la aventura de la peregrinación. Eva Riobó partió de A Coruña cinco minutos antes de las ocho de la mañana y a las doce y veinte estaba ante la ermita. En Arteixo encontró a unos amigos y una niña, Enma, de 10 años, que hizo el camino «como una campeona». Eva descubrió la Virgen de Os Milagres, «la más sagrada», hace 10 años y está siempre «al pie del cañón».

Manel Raposo estaba feliz con que se mantenga la tradición para que «isto non se acabe». Los organizadores estaban satisfechos. «Nunca houbo tanta xente», se repetían unos a otros en Caión.