«Os cativos de agora non se comprometen como os de antes»

paula vázquez CARBALLO / LA VOZ

A LARACHA

FOTO MANOLO

Cristina Aldao, María Felípez y Francisco Cotelo recuerdan el Vía Crucis de Caión, de principios de los años noventa

01 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La foto. Tercera edición del Vía Crucis marítimo de Caión, impulsado por casi un centenar de jóvenes de la parroquia en colaboración con la Cofradía de Pescadores. El fuerte viento registrado la noche del viernes 29 de marzo del año 1991 en el municipio de A Laracha, impidió que el acto religioso se celebrara en las aguas del muelle, ya que el mar estaba muy embravecido. Sin embargo, los organizadores decidieron que el acto se festejara en las chalanas, tal y como estaba previsto, aunque amarradas en tierra firme. En cada una de las embarcaciones, catorce en total, se encontraban dos muchachos, que portaban antorchas y una cruz.

BASILIO BELLO

Las protagonistas. Una jovencísima María Consuelo Felípez (Caión, 1985), a la derecha de la foto, participaba por primera vez en la procesión larachesa portando en su mano una antorcha. Al lado, su amiga Cristina Aldao (A Coruña, 1985) hacía lo mismo con una cruz. Han pasado 27 años desde la imagen y por eso, quizás, ambas guardan un vago recuerdo de ese día. «Os rapaces que aparecemos na fotografía tiñamos unha boa relación entre todos. Xuntabámonos para facer catequese e actividades na Igrexa», recuerda María, quien considera que es una pena que este rito se perdiera porque, dice, «era unha cita que sumaba moito público en Caión».

LA HISTORIA

«Este tipo de actos requiren de moita dedicación, e os rapaces de agora non se comprometen como faciamos os de antes», dice María Consuelo Felípez sobre el tradicional Vía Crucis marinero de Caión. Con la intención de revitalizar las celebraciones de Semana Santa, un grupo de jóvenes de la localidad larachesa se propuso en el año 1989 la idea de encontrar un acto típico que a la vez estuviese asociado a la realidad social de la villa. «Naceu co propósito de facerse directamente no mar pero, como era algo perigoso cambiouse finalmente ao peirao», comenta José Cotelo, instructor en la parroquia larachesa desde hace treinta años. De esta manera empezó a organizarse el Vía Crucis marinero, en el que llegaron a colaborar multitud de vecinos y, sobre todo, adolescentes. «Adoitabamos participar en moitas das iniciativas promovidas polos catequistas da época. Recordo que tamén fixeramos un acto moi parecido a este, pero en Baldaio», comenta Cristina Aldao.

Así, y durante cuatro años más, la noche del Viernes Santo en A Laracha se convirtió en uno de los actos más tradicionales y singulares de esta semana festiva en Bergantiños, donde catorce embarcaciones locales se iluminaban con antorchas portadas por jóvenes, dando de esta forma gran luminosidad y vistosidad al acto. Cada uno de los navíos representaba una estación de la pasión de Jesucristo, y en cada una de ellas se intentaba «facer referencia ao contexto social da situación do mundo nese momento», recuerda Francisco. Uno de los momentos cumbres era la cuarta estación, que representaba el encuentro de Jesús con la Dolorosa, y que quería recordar «ás nais dos desaparecidos por razóns políticas ou relixiosas», añade Cotelo, para quién faltó incorporación y unión del pueblo. «Chegou un punto no que esta liturxia supoñía moito traballo. Algúns dos mozos estaban estudando fóra, e outros querían marchar de vacacións. A mobilización do pobo chegou a ser clave». Y, aunque hubo varios intentos años más tarde por recuperar esta ceremonia, «chega un momento no que te cansas. É algo que leva moito sacrificio, e a maioría das veces non compensa», concluye María.