Cádiz homenajeó ayer a un antiguo concejal, fusilado en 1936, que había nacido en A Laracha

Santiago Garrido Rial
S. G. Rial CARBALLO / LA VOZ

A LARACHA

Imagen de Florentino Oitabén Corona. A la derecha, ayer en Cádiz, dos de sus nietos, Miguel Iglesias y José Luis Oitabén, señalan el nombre en la placa.
Imagen de Florentino Oitabén Corona. A la derecha, ayer en Cádiz, dos de sus nietos, Miguel Iglesias y José Luis Oitabén, señalan el nombre en la placa. archivo familiar / ayuntamiento de cádiz

A Florentino Oitabén Corona le llamaban El Palomo, «porque siempre iba impecable, con su camisa blanca y muy limpia, se notaba la mano de su mujer, que era costurera».

15 abr 2016 . Actualizado a las 11:57 h.

En Cádiz le llamaban El Palomo, «porque siempre iba impecable, con su camisa blanca y muy limpia, se notaba la mano de su mujer, que era costurera». Son palabras de Asunción, la nuera de Florentino Oitabén Corona. Lo relataba ayer desde su casa gaditana, justo en el día en el que el Ayuntamiento de Cádiz homenajeó a su suegro y a otras 20 personas, fusiladas en 1936, al poco de que comenzase la Guerra Civil. Un homenaje y un recuerdo perpetuo, con la colocación de una placa en la casa consistorial en la que aparecen los nombres de todos ellos. Sus descendientes acompañaron en el acto al alcalde, José María González, quien señaló que así se «hace justicia hoy por los crímenes del pasado». La elección del día, justo cuando se conmemora la República, no fue casual.

Oitabén era gallego. Para ser exactos, de padre gallego y madre cubana, familiar además de la dinastía tabaquera Coronas. El padre, Vicente Oitabén, era de Tui, pero se fue a la Guerra de Cuba, y de allí regreso con su mujer y uno de sus cinco hijos. Se hizo Guardia Civil, tenía un cargo de suboficial (sargento o brigada, la nuera no recuerda) y estuvo destinado en A Laracha. En Paiosaco nació Florentino. Ahí pasó sus primeros años, no se sabe cuántos, y más tarde lo destinaron a Cádiz, donde ya haría su vida. Su padre regresó a Galicia definitivamente tras cobrar una herencia.

En la ciudad andaluza, Florentino se hizo panadero. Progresó, y llegó a ser el presidente de la Sociedad de Panaderos La Aurora de Cádiz. Se afilió al Partido Comunista y se casó con una costurera, Isabel Carrasco Ruiz, con la que tuvo cinco hijos. A José Luis, el suegro de Asunción, inicialmente lo llamó Lenin, aunque la madre acabaría por bautizarlo con el que le quedó, igual que a otro, Stalin, le pondrían Florentino, y a una de las niñas, Asturias, se lo cambiarían por María Rosa. Los únicos que se mantuvieron intactos fueron Vicente y Elena. Tuvo también otro hijo, Miguel, con otra mujer.

Florentino se mantuvo activo en la lucha política y el 10 de diciembre del 35 fue designado concejal. Este próximo domingo, día 17, se cumplirán 80 años de que fuese nombrado séptimo teniente de alcalde.

Asunción relataba ayer que, por unos días, y debido a las circunstancias políticas tan cambiantes, ocupó la alcaldía. En septiembre fue detenido, tras ser localizado en la casa de un amigo que lo escondía, que también acabaría asesinado. Antes pasaron por la prisión provincial. Fue enterrado el 12 de septiembre del 36 en el cementerio de Cádiz, aunque en un osario. Habría de esperar mucho tiempo a que sus restos fuesen localizados y enterrados en el panteón familiar, hará unos diez años.

«Todo Cádiz lo quería», explicaba ayer su nuera. «Ayudaba a quien lo necesitaba, nunca cometió delitos de sangre», añadió. Alguno de sus nietos se ha preocupado de recopilar la información sobre su vida y su trabajo, y la verdad es que se conserva bastante información al respecto.

En el periódico ABC del 11 de septiembre de 1936 aparece una pequeña reseña en la que se puede leer: «Es detenido el peligroso comunista, teniente de alcalde de este Ayuntamiento, Florentino Oitabén. El gobernador felicita a los aprehensores [...] Al detenérsele, se le intervinieron varias fotografías, entre ellas una muy macabra de episodios de la revolución asturiana y el carnet del partido comunista, y buen número de tarjetas de visita con su nombre, como maestro panadero».