En Laxe, Malpica, Fisterra o incluso Carballo resulta cada vez más difícil encontrar pisos de alquiler. Personas que quieren establecerse en estos pueblos se encuentran con que la poca oferta que hay va para alquileres turísticos, un modelo que no hace más que crecer.
El mes de agosto se acaba y buena parte de estas viviendas quedarán vacías a la espera de recibir a nuevos veraneantes dentro de un año. Se trata de un modelo seguramente muy rentable para los propietarios, pero poco para la comunidad.
Se entiende pues que los alcaldes de los concellos más turísticos respondan que esta supuesta industria, de apenas dos meses al año, no reporta ningún beneficio a las arcas municipales. Solo hace falta echar unas pocas cuentas para darse cuenta de que únicamente origina gastos.
Algún hostelero, que son los más beneficiados, reconocía además la dificultad de conseguir personal para trabajar precisamente por las trabas para poder darle algún tipo de alojamiento.
Entendiendo que son mucho más animados Fisterra o Laxe en el verano, también hay que caer en la cuenta de que el turismo, el que hay, tampoco es precisamente una bicoca y no hay más que escuchar a los que se quejan de que consumen poco cuando van a un bar.
Cuidado con promover determinado tipo de visitas. Las de las personas que dejan sus coches en los muelles y dificultad la labor de los pescadores, acampan en zonas protegidas sin ningún tipo de cuidado y generan demasiados desperdicios y de forma incontrolada no son precisamente las que más interesan. El turismo puede llegar a ser muy destructivo.