Tradición y devoción en la Semana Santa de Bergantiños

Luis Ángel Bermúdez Fernández

CARBALLO

Ana García

LAS HUELLAS DE LA RELIGIÓN| La Virgen de los Dolores se conmemora en varias parroquias

01 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Salvo contados puntos, Galicia tiene una Semana Santa centrada en actos litúrgicos dentro de las iglesias, donde se celebran los oficios de estos días: únicamente podemos hacer una excepción en la zona con aquellas feligresías que en Viernes Santo terminan estas funciones con el desenclavo, como en Sofán, o una procesión por las calles, como en Carballo. Si bien, en el pasado, los actos más destacado comenzaban en el llamado Viernes de Pasión, o Viernes de Dolores.

Como apuntan varios investigadores, como Domingo González Lopo, la devoción a la Virgen de los Dolores, una advocación de tantas que tiene la Virgen, arraigó con fuerza en Galicia en los siglos XVIII y XIX, siguiendo en el ránking de la devoción popular a las advocaciones marianas del Rosario y del Carmen. Varias parroquias de la zona tienen imágenes de este título asociado a la Semana Santa. En Ardaña, por ejemplo, en 1833, fue el párroco quien tuvo la iniciativa de traer la imagen para colocarla en el altar de san Vicente Ferrer, que se hallaba en un espacio lateral de la iglesia.

En esta línea, el párroco de Vilela, treinta años después, en 1863, decide encargar para su devoción personal una imagen de la Virgen de los Dolores al escultor Rodeiro, cuya firma está grabada a gubia en la base de la efigie. El sacerdote, Antonio García, puso de condición que si moría como cura de Vilela, la Virgen de los Dolores se quedaba allí; por el contrario, si era mudado a otro curato, la imagen iría con él, como propiedad suya que era. Así reza la nota que se recoge en el libro de cuentas: «En este mismo año se compró una imagen de Nuestra Señora de los Dolores, costó quinientos doce reales cuya cantidad no se carga al culto, porque es voluntad del cura, que autoriza estas cuentas, retenerla como prenda suya, y pone por condición que si se muere siendo cura de esta parroquia la da de regalo a la iglesia, pero si muda a otro curato queda a su voluntad el llevarla consigo o dejarla en la misma iglesia donde se halle».

La fiesta de la Virgen de los Dolores tenía dos fechas a lo largo del año: el Viernes de Pasión y el tercer domingo del mes de septiembre, posteriormente trasladada al 15 de dicho mes. Con la reforma litúrgica del calendario tras el Concilio Vaticano II, la primera fecha quedó suprimida, para mantener la fiesta del mes de septiembre. Sin embargo, muchas parroquias —a mi juicio acertadamente— mantienen la fiesta de la Virgen de los Dolores el Viernes de Pasión como sucede, por ejemplo en Vilela.

En Razo había una fiesta el mismo día, organizada por la potente y numerosa cofradía de los Dolores con sede en la iglesia parroquial. La cofradía de los Dolores de Razo, aunque comenzó a funcionar años antes, tenía sus primeras constituciones aprobadas el 26 de enero de 1765, indicando en los primeros párrafos que su imagen titular se encontraba «por cuanto en la iglesia parroquial de esta feligresía y en un colateral a donde se coloca una imagen de la Virgen de los Dolores de diez años a esta parte».

La talla, tanto de candelero como otra de bulto redondo, se encuentran en el retablo colateral del lado izquierdo. Esta cofradía le tributaba una fiesta el Viernes de Dolores, indicando en sus estatutos que era de obligado cumplimiento una novena que precediese a la fecha, con tres curas de la zona que desempeñasen el cometido de confesar durante esos días a los cientos de cofrades asociados, así como de organizar el último día una procesión —después de tres misas aplicadas por los devotos vivos y difuntos— donde se cantase la secuencia litúrgica Stábat mater.

Santa Baia de Castro

En Santa Baia de Castro aún se mantiene la fiesta de la Virgen de los Dolores no en Semana Santa, sino en la fecha del tercer domingo de septiembre. En esta parroquia existió su cofradía entre los años 1852-1865, como indica el libro de cuentas; en su portada se nos da una semblanza de la misma: «Libro que formó don Ramón Antonio Pardiñas y Osinde, presbítero vecino de la parroquia de santa Eulalia de Castro, capellán de la Congregación de Servitas de la Santísima Virgen de los Dolores, erigida a mi devoción (…) en la iglesia parroquial de Castro en el año pasado de 1852 siendo cura y rector propio de la parroquia y unido San Pelayo de Coristanco el señor don Manuel José Osinde».

En sus primeros años contó con 180 cofrades, actuando como primer mayordomo o encargado de las cuentas el propio fundador, Ramón Antonio Pardiñas, sobrino del párroco, siendo sucedido al frente de la hermandad el feligrés Andrés Fernández y, a su vez, Pedro Lorenzo. Entre los objetivos que marcó como estatutos eran la celebración de una novena previa a la Semana Santa, como sucedía en Razo, y otra en septiembre. Algunas de estas novenas eran sufragadas por las cuotas ofrecidas y otras veces, como en 1858, pagada a devoción particular.

Otro de los puntos donde tiene especial devoción la Virgen de los Dolores es en la parroquia de Carballo, con una cofradía reciente, y también numerosísima, que organiza todos los cultos. En unas estadísticas enviadas por las feligresías de Bergantiños al arzobispado, se indica que en Carballo existían en 1905 las cofradías de san Antonio, san Juan, las Hijas de María y la cofradía de los Dolores. La parroquia tiene dos imágenes: una realizada por el escultor José Rivas en 1929 y donación de Clotilde Romay Mancebo, y la que se saca en procesión, de vestir, fue comprada en 1882 junto con una Virgen de Lourdes en Santiago.

Ese año, a su llegada a Carballo, se hizo una procesión invitando a los feligreses a portar velas en sus manos para dar solemnidad. Pronto fue utilizada para la Semana Santa carballesa, ya que aparte de traer andas para procesionar, en 1926 se gastan —por ejemplo— setenta y cinco pesetas en la banda de música de Corme para acompañar el cortejo el Viernes Santo y, previamente, se hizo una serie de gastos —como indica el libro de cuentas— para honrar la Dolorosa antes de su fiesta: «Al señor Perdigón, por tocar y dirigir el coro durante el septenario».