El naufragio de la lancha Prusiana en Fisterra

Aquiles Garea

CARBALLO

AQUILES GAREA

Crónicas marítimas | Ocurrió cerca de la playa Patres y perecieron cuatro personas

27 feb 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La noche del 3 al 4 de octubre de 1900, el cabo de carabineros Inocencio Diéguez Villa realizaba labores de vigilancia en la costa de Fisterra. Estaba acompañado por Manuel Campos Ramos. La noche era oscura y el tiempo no acompañaba. En una de sus rondas, escucharon unos gritos que procedían del mar. No le prestaron atención, pues era normal escuchar voces de pescadores faenando en la costa.

Sin embargo, al amanecer del día 4, cuando estaban en las inmediaciones de la playa de Patres, oyeron de nuevo voces que provenían del mar y divisaron a lo lejos una embarcación entre aguas. Se encaminaron a la playa, en la que estaban varios marineros preparándose para sus faenas. Entre todos pusieron varias embarcaciones al agua y se dirigieron hacia la lancha de la que salían los gritos de auxilio. Cuando llegaron, estaba anegada y con su único palo abatido sobre la cubierta, uno de los tripulantes se hallaba sujeto a un tolete. Resultó ser su patrón, Pedro Alvela González, que tras luchar toda la noche contra el mar se encontraba en estado calamitoso, exhausto y con sus ropas empapadas.

Tras subirlo a bordo, le facilitaron ropas, de las que se desprendieron sus rescatadores. El superviviente les contó que sus compañeros habían desaparecido por la noche. Después de un reconocimiento de la zona, hicieron firme la embarcación entre las que habían acudido en su auxilio y se dirigieron a la playa de Patres en donde la vararon. El cabo de carabineros se hizo cargo de ella y de los aparejos de pesca y utensilios que quedaban a bordo, hasta la llegada del cabo de mar del puerto. Pedro Alvela González fue llevado a la fábrica de salazón de Ramón Canosa, en el mismo arenal, y le fueron proporcionados toda clase de auxilios.

Las autoridades de Marina le tomaron declaración ese mismo día. Pedro Alvela González, de 25 años, manifestó ser natural de Santa Columba de Carnota y vecino de Nóutigos, patrón de la lancha Prusiana, con folio 33 en el cuaderno de embarcaciones de Santiago de Tal, con matrícula de Muros, de 2,9 toneladas de desplazamiento y siete metros con treinta y un centímetros de eslora. Su armador era Alejandro Portales de Muros.

Comenzó el relato manifestando que con él tripulaban la lancha José Caamaño Rama, casado y de 33 años, natural de Pedrafigueira y vecino de Nóutigos; su hermano Lorenzo, casado, de 25; Manuel Rama, soltero, de 20 años, y por último, Celestino Leyes de Incógnito, soltero, de 14 años, todos de la misma naturaleza y vecindad.

Empezó bien en Lira y acabó mal en Fisterra

Habían salido en la mañana del día 3 de sus casas en dirección a la playa de Lariño, donde estaba varada la Prusiana. Llegaron a ella sobre las dos de la tarde. Tras ponerla a flote y embarcar el aparejo, emprendieron la navegación sobre las tres. Iban a vela con viento del oeste y mar de fondo gruesa en la misma dirección. Su destino era la costa de Lira, concretamente un punto al oeste de los bajos Miñarzos, adonde llegaron a la puesta del sol, arriaron la vela y calaron las redes. Sobre las ocho de la tarde las levantaron y estibaron a bordo la abundante pesca obtenida en el lance. Una vez finalizada la operación, dieron de nuevo la vela navegando de vuelta en vuelta con la intención de dirigirse al puerto de Muros. Sin embargo, sobre las 00.30 del día 4, refrescó el viento y se produjo un fuerte chubasco que apenas permitía distinguir la linterna de Cabo Fisterra.

En vista del empeoramiento del tiempo y la imposibilidad de alcanzar el puerto de destino, decidieron arriar la vela y navegaron a palo seco con la intención de entrar en el puerto de O Pindo, cosa imposible por el estado de la mar, la oscuridad de la noche y los muchos bajos que rodean la zona. En vista de ello, puso rumbo a Fisterra, acción que realizó sin más novedad que la de tener que achicar constantemente el agua que le entraba por la popa. Iba cargada de sardina (aproximadamente de 15 a 16 millares de 44 o 45 kilos cada uno).

Zozobra

Sobre las dos de la madrugada, y ya en las inmediaciones de la rada fisterrana, metió orza para entrar, pero un golpe de mar por la amura de babor hizo derivar la lancha en popa y, casi sin dar tiempo a reaccionar, entró otro por la popa que dejo la embarcación anegada y sin gobierno. La vela estaba aferrada y trincada al palo, lo que hizo la Prusiana zozobrase diese la vuelta y cayesen sus tripulantes al agua. Consiguieron agarrarse al casco y permanecieron así alrededor de una media hora, pero un nuevo golpe desprendió de él a los cuatro compañeros del patrón. Tres de ellos desaparecieron de su vista. Solo pudo agarrar a Celestino Leyes Incógnito y subir con él a la quilla, en la que se mantuvieron hasta que un nuevo golpe de mar lo arrebató y ya no volvió a verlo.

En esa situación permaneció Pedro Alvela hasta que otro golpe de mar volteo de nuevo la embarcación, que recuperó su estado de navegación. Se mantuvo a duras penas sobre ella, ya casi sin esperanza de salvar su vida, ya que nadie oía sus gritos de auxilio en la oscuridad de la noche. Al amanecer, sus alaridos, al fin, fueron escuchados desde tierra y procedieron a su rescate.

Las lanchas que le prestaron auxilio estaban tripuladas por los patrones Manuel Marcote Fernández y Manuel Traba Osorio y tripuladas por Manuel García Santos, José García Santos y José Traba Osorio, entre otros.

De los ocupantes de la Prusiana, solo estaban inscritos en las listas de Marina su patrón, Pedro Alvela González y Celestino Leyes de Incógnito. Explicó Alvela González que los cuatro marineros que acabaron desapareciendo habían sido contratados el mismo día y que su intención era inscribirlos a su llegada a Muros.

Un duro día de pesca que comenzó con una buena lance en la costa de Lira y finalizó en tragedia en la costa de Fisterra.