Carlos Gómez: «Ser teloneiro de Siniestro Total foi do mellor que me pasou na miña vida»

Melissa Rodríguez
melissa rodríguez CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

ANA GARCÍA

Personas con historia | Al frente del Celme Café con su hermano Juan, este vimiancés formó parte del movimiento bravú y del tejido asociativo desde muy joven

15 dic 2022 . Actualizado a las 21:05 h.

La barra de un bar esconde numerosas historias. Más todavía si el propio gerente lo dio todo y más en sus tiempos jóvenes. Ahora, ya uno tiene una edad, reconoce entre risas, pero lo cierto es que a Carlos Gómez Fernández (Londres, 49 años), esa persona que está al pie del cañón junto a su hermano, además de socio, Juan, en el Celme Café vimiancés desde hace casi 25 anualidades, el movimiento asociativo y cultural le sigue tirando.

Sus padres emigraron a Inglaterra. Así, el primer contacto con la capital de Soneira, de donde sus progenitores son originales, lo tuvo de niño durante unas vacaciones. «O rural para nós era un paraíso despois de vir da cidade. Ata que meu irmán mais eu convencemos a meus pais de vir para a casa, non paramos. Tamén xa había algo de morriña», recuerda.

El pueblo era para él sinónimo de libertad. Y tanta, que las lio muy gordas con su pandilla de amigos. Se ríe a carcajadas al traer al presente esas historias: «Todos os días rompiamos un cristal do Concello co balón de fútbol que os policías, despois, nos confiscaban. Incluso chegamos a roubar unha moto, esnaquizamos algunha que outra casa... Mellor non contar máis. Era a maneira que había de divertirse».

Pero siendo adolescente, encontró su pasión: la música. «Os compañeiros mais eu mercamos varios instrumentos e aprendemos de maneira autodidacta e con axuda de algún profesor despois», relata. Fueron los inicios del grupo de rock Os impresentables con Benjamín Queiro en el bajo y como vocalista, Juan Folgado al piano, Alejandro González en la batería y Carlos a la guitarra. «Musicalmente eramos moi malos [sonríe], pero faciamos temas pegadizos e animabamos moito». Componían sus canciones, siempre en gallego. Lo cierto es que se volvieron «semipopulares», hasta el punto de que los integrantes hacían dedo en la carretera para irse de marcha a Ponteceso y la gente los llevaba debido a que los conocían por la banda.

Este género musical triunfaba en la Costa da Morte en los años 90. Había uno o más grupos en cada municipio, hasta el punto de que se grabó un vinilo en conjunto. Lo cierto es que ellos fueron creciendo y formaron parte del movimiento bravú de la época, lo que los llevó a llegar a numerosos puntos de la comunidad y mismo a sacar un CD con otras formaciones. Sin embargo, el concierto que con más entusiasmo recuerda es uno en Malpica, con motivo del festival A Tralla. «Ser teloneiro de Siniestro Total foi do mellor que me pasou na miña vida. Eran os meus ídolos!», cuenta aún emocionado. Las anécdotas, por supuesto, no faltaron: «Estabamos tan ilusionados que fixémonos cunha cámara de carrete para inmortalizar toda a noite, e resulta que despois démonos de conta de que non había carrete». Cobraban unas 18.000 pesetas por bolo cuando alquilar una furgoneta para ir a Ourense les costaba 30.000. «Perdiamos cartos, pero a nós o que nos movía era divertirnos», comenta Gómez Fernández.

La agrupación Barafunda surgió después, también en Vimianzo. Ya era más numerosa y variada, con saxofonistas y gaiteiros, entre otros, y con más experiencia, sobre todo. Hicieron una maqueta con seis temas largos. «Eramos tantos, que resultaba imposible ensaiar. Compramos un altavoz de un millón de pesetas e, cando conseguimos desempeñalo, curiosamente desfíxose a formación», narra.

Teatro

El folk también enganchó a este soneirán que, con la asociación Adro de Baio, también hizo varias actuaciones. Formaba parte de un llamativo grupo de pandereteiros.

Aún tuvo tiempo para más. De la mano de Vicente Mohedano y la compañía de teatro Émeigual, se metió a actor y recorrió, de nuevo, los escenarios.

Carlos y sus compañeros de Os Impresentables, en el famoso concierto con Siniestro Total
Carlos y sus compañeros de Os Impresentables, en el famoso concierto con Siniestro Total José Manuel Casal

«O que empezou sendo unha noite folk acabou converténdose no Asalto ao Castelo»

Carlos también formó parte de la Asociación Xuvenil Val de Soneira (Axvalso). «O Camiño dos Faros xa o faciamos nós con rutas de sendeirismo pola costa de Camariñas. Tamén limpamos os Batáns do Mosquetín con Adega, impulsamos escolas de fútbol sala e baloncesto que despois colleu o Concello...», describe. Pero hubo un hecho que marcó un antes y un después en la capital de Soneira. «O que empezou sendo unha noite folk acabou converténdose no Asalto ao Castelo», anuncia. Fue así tal cual. «Tiñamos preparada unha noite folk dentro do Castelo e días antes o Concello prohibiunos o evento. Cambiámolo para o Pazo de Trasariz, pero unha vez acabou, dixo Vicente de asaltar a fortaleza e así foi como se empezou a facer», explica.

Durante todo este tiempo fueron muchos los conciertos a los que asistió el vimiancés, como los de U2 o Madonna, entre ellos. Otros tantos trasladó a su bar. «Son un amante do rocanrol e da música en directo», reafirma por si todavía no quedó claro. Ahora aún toca la batería de vez en cuando.

Antes fue, incluso, panadero, oficio que aprendió de su padre. Sus progenitores montaron la panadería La Nueva, negocio que sus hijos continuaron después, aunque en una versión reducida y compaginándolo ya con el Celme. «Era un traballo moi duro. Había que estar toda a noite a voltas. Eu saía tomar unhas copas, pero tiña que volver e, desta maneira, non ligaba nada», comenta entre risas. También hizo la mili y se formó como electricista.

Recientemente, promovió los Pinchos irmandiños junto al Concello. «Amo Vimianzo con loucura», expresa. Su madre ya fue presidenta de la asociación de amas de casa. Su hermano e incluso él estuvieron al frente del club de fútbol Soneira. Juan preside la cofradía Stabat Matern.