Camariñas se cuela en un videojuego hiperrealista sobre narcos y terroristas

Marta López CARBALLO / LA VOZ

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Una de las misiones de la nueva entrega del Call of Duty se centra en Cabo Vilán, escondite de una banda criminal

05 nov 2022 . Actualizado a las 12:09 h.

Los paisajes y pueblos de la Costa da Morte han servido de escenario para innumerables producciones audiovisuales: desde las Mareas Vivas que hicieron de Laxe un idílico Portozás, hasta la Julieta de Almodóvar o el deleite sonoro de Sicixia. Pero más allá del cine o la televisión, esta comarca también se ha hecho hueco en el mundo de los videojuegos, una industria que factura en todo el mundo unos 175.000 millones de dólares anuales y que tiene en la franquicia Call of Duty uno de sus principales referentes. 

Estos videojuegos de disparos en primera persona, que desde 2003 han ido desarrollando diferentes series, son los más vendidos del mundo en su categoría y quienes hayan adquirido su último lanzamiento, que salió al mercado hace apenas una semana, se habrán encontrado en una de las misiones un escenario muy familiar. No es otro que el cabo Vilán, en Camariñas, que en la narrativa del juego sirve como escondrijo para una banda criminal.

El Modern Warfare II, la segunda parte de una saga que se lanzó en 2009 pero que fue reiniciada hace tres años, va siguiendo la misión de un equipo táctico británico que persigue por todo el mundo a un enemigo iraní. Este se ha aliado con un grupo terrorista de Urzikstán (país ficticio creado por la franquicia) y con un cartel mexicano, y en un determinado momento del videojuego las investigaciones conducen a la costa de Camariñas, en concreto a una piscifactoría y a un faro que sirven como tapadera para el grupo criminal. «Un lugar remoto y en el agua, perfecto para mover carga ilegal», se indica en la presentación de la misión.

Llegados a este punto, a la recreación del cabo Vilán no le falta detalle: el parque eólico, la pala del aerogenerador que quedó como recuerdo tras la repotenciación, la piscifactoría o el propio faro han sido recogidos con gran precisión, aunque con ciertas licencias. El nombre de la piscifactoría o del propio parque eólico han sido modificados y el inmueble que antecede al propio faro también es diferente, pero la esencia se mantiene: cielos encapotados, vegetación autóctona, truenos que parecen anunciar tormenta y una capa de niebla que refuerza el misticismo de este rincón de la costa.

CAPTURA DE VÍDEO

A lo largo de la misión, el equipo táctico examina la zona en búsqueda de misiles y, a su paso, va eliminando enemigos: primero en la piscifactoría y después en el faro, en cuyo interior hay material ruso, fardos de droga y lo que parecen las dependencias del grupo criminal. Unos túneles conducen a los protagonistas a unas grutas subterráneas con un pequeño embarcadero en el que hay un submarino, y poco después concluye el episodio con un miembro del equipo, que prestaba apoyo desde el mar, siendo secuestrado por la banda terrorista.

Ámsterdam, el Cáucaso, Chicago o diferentes localidades mexicanas fueron otros de los escenarios elegidos para este videojuego, que solo en sus tres primeros días cerró ventas por valor de 800 millones de dólares. Con estas cifras, no sería descabellado pensar en una repercusión para el Vilán semejante a la que Juego de Tronos tuvo para San Juan de Gaztelugatxe, por ejemplo, en donde se redobló la afluencia de visitantes una vez salió en la famosa serie de HBO.

No es esta, no obstante, la primera vez que la Costa da Morte se hace un hueco en la industria del videojuego, pues no hace mucho Fisterra, O Ézaro e incluso un posible vákner aparecieron reflejados en The Waylanders.