La agresión al mural-grabado en homenaje al balneario de Carballo es la última incidencia de este tipo, pero va un 2022 para olvidar...
17 oct 2022 . Actualizado a las 12:23 h.Bien se podría decir, casi, o sin casi, que Carballo tiene su origen mismo en el balneario y sus aguas. No hace mucho se instaló en la calle Baños Vellos un plano de cerámica, una obra de arte del carballés Manolo Eirín ubicada allí precisamente para homenajear a este entorno y al balneario. Sin embargo, alguien ha decidido arrancar terrenos de hierba de las nuevas zonas verdes allí instaladas, y arrojarlas a este mural-grabado que representa restos e historia del balneario.
¿Pero quién y por qué daña el patrimonio de la Costa da Morte? Unos meses atrás, consultados profesionales al respecto, establecían diferenciación por edad. Un adulto, trasladaban, suele actuar por fines económicos o por estar bajo la influencia de alguna sustancia tóxica. Un niño o adolescente es diferente. Recomendaban no quedarse en el simple hecho de «llamar la atención», sino analizar a que se debe esa posible llamada, si es que lo es: un problema familiar, escolar, presión de grupo, rechazo...
El caso es que, sin ir más allá de este presente 2022, hay ya múltiples ejemplos de daño al patrimonio de la Costa da Morte, y sin entrar ni siquiera en mobiliario urbano (pintadas, árboles, robo de plantas, daño de fuentes, daño de luminarias, contenedores...), lo que ampliaría el catálogo a mucho más allá. Un vandalismo que se extiende y cuyas agresiones se concentran, como se ha visto, en fechas festivas y vacacionales.
El escándalo de la escultura Atlante
Punta Nariga, en Malpica, perdió este año uno de sus símbolos, la escultura Atlante, de Manolo Coia. Alguien se atrevió a cortar la obra con una radial. Acabó hecha añicos. Solución para devolver esa pieza no habrá, pero sí alguna propuesta, como la del escultor pontevedrés Sergio Portela.
¿Pero qué le pasa a la gente con el banco dos Picotiños?
En mayo del 2021 fue instalado en el Alto da Fernandiña, en Sinde, Cabana, un banco, el de Os Picotiños. Tiene unas vistas excepcionales, de esas que hipnotizan en la Costa da Morte. Es un balcón al silencio del estuario del Anllóns. El caso es que, hasta en dos ocasiones, alguien lo quitó, pese al refuerzo de sus promotores después de la primera vez. Pues nada, cortaron las patas con una radial y arrojaron el asiento a unos matorrales. Ahora, luce de nuevo, como ya contó La Voz: ¿a la tercera la vencida?
Ya hay que tener ganas de pintar... en Brantuas
En Brantuas (Ponteceso) hay un monumento al Sagrado Corazón. Una torre de 39 metros inaugurada en 1959 y costeada por un emigrante. Tiene una escalinata interior, en forma de caracol, que cuesta lo suyo subirla, aunque recompensan las vistas, claro. Fue reparada recientemente por el Concello, que precisamente denunció incívicas pintadas en el interior del monumento. «Vandalismo irrespetuoso», afirmaron.
De un arce a un bastón de peregrino en Cee, o una maleta
No solo es pintura, desde luego. En julio de este año arrancaron el arce que la escritora Concha Blanco había plantado en la plaza que recibe su nombre, en Cee. También sustrajeron el maletín de la escultura que homenajea a los médicos rurales y cortaron con una radial el bastón de peregrino que estaba en la Alameda. Todo ello fue repuesto un mes después.
Llevarse la esencia de un lugar... en Laxe
En el mes de agosto, vecinos y visitantes alertaban de que, pese a que hay un cartel que lo prohíbe expresamente, la gente se llevaba a casa «recuerdos» de la Praia dos Cristais de Laxe. Piedras que desaparecen, y que son la esencia de este enclave, precisamente.
Vuelta a las claves que daban los profesionales: ¿falta de formación, de valores, presión de grupo, copia de patrones vistos en redes...? Un variado cóctel que trae consecuencias, porque el vandalismo llama al vandalismo, y los destrozos a los destrozos. Sobre ello tiene reflexionado, hablando de parques infantiles, José Manuel Iglesias, al frente de Galopín y referente en el sector.